Marilyn Monroe es una de las mujeres más importantes de la historia. La actriz se convirtió en todo un referente, mostrando la cara más dulce, y también la más amarga, de Hollywood. Tuvo una carrera muy convulsa, donde en la mayoría de ocasiones se le valoraba por su belleza, y no por todo lo que podía ofrecer. Que ahora sabemos que era mucho.
Fue en 1949 cuando Marilyn conoció a uno de los hombres más inteligentes, Albert Einstein. Estuvieron charlando y hasta la actriz le gastó alguna que otra broma. Lo que muy poca gente sabía es que ese momento estuvo protagonizado por dos de las personas más inteligentes del planeta. Marilyn tenía un cociente intelectual de 165, es decir, cinco puntos por encima de Einstein. Eso sí, por aquel momento él era considerado todo un intelectual, mientras que Marilyn solamente atendía a calificativos más superficiales.
Puede ser que esto sucediera por la época en la que se encontraban, donde se valoraba más la belleza que la inteligencia. Todo el mundo pensaba que solamente era una mujer guapa, de piernas largas y con una impresionante figura. Estos estereotipos la persiguieron toda la vida e hicieron que su fortaleza y su estado de ánimo se fuera debilitando con el paso del tiempo.
Nunca nadie pensó que detrás de esa apariencia había una mujer tan inteligente. Tampoco ella quiso mostrarlo al mundo y siempre se mantuvo fiel a su trabajo, triunfando en Hollywood y sin muchas preocupaciones. Aunque eso sí, Marilyn vivió una vida considerablemente convulsa, marcada por distintos romances, que hicieron que su autoestima se viera afectada hasta el fin de sus días.
Su muerte fue de lo más controvertida, ya que fue hallada sin vida en su casa. Nadie se explicó qué había sucedido y tampoco nadie supo reconocer que se trataba de la actriz; su aspecto físico era muy diferente al que nos tenía acostumbrados.