La playa más pequeña del mundo es española: así se puede visitar Gulpiyuri, un monumento natural
Es un pequeño semicírculo de unos 50 metros de diámetro y está declarada monumento natural
Solo puedes llegar hasta ella a pie, a través de un largo camino de tierra en mitad de una frondosa pradera
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Muchas ya estarán a punto de hacer maletas o puede que incluso disfrutando de las vacaciones, pero seguro que quedan algunas que no han terminado de cerrar planes. Bien, si eres una de ellas, te vamos a dejar uno cuando menos curioso: visitar la playa más pequeña del mundo. Que tú dirás: “¿En qué punto del planeta está eso?”. Pues… en España. Sí: la playa más pequeña del mundo la tenemos nosotros (al igual que otras muchas maravillosas y con bandera azul). Y si andas por el norte, quizá te quede mucho más cerca de lo que pensabas.
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Monumento natural y paisaje protegido
En el concejo de Llanes, en Asturias, hay una aldea llamada Naves. Pues bien, al norte de Naves podemos encontrar esta curiosísima playa que se llama Gulpiyuri. Es una especie de semicírculo que tiene solo 50 metros de largo y 30 de ancho (dependiendo de dónde esté la marea, claro) y, aunque no será la playa en la que vayas a hacer un récord de nado (su profundidad apenas te permitirá remojarte los tobillos), merece la pena visitarla si estás cerca.
En las playas de roca caliza es bastante habitual que se formen cuevas marinas y, en este caso, el fondo de la cueva se sumergió y formó una depresión geológica, que recibe el nombre de dolina o torca. Así es como se formó Gulpiyuri. La miniplaya no solo es un monumento natural, sino que además ha sido declarada Paisaje Protegido de la Costa Oriental de Asturias. Y no por su tamaño (que nos conste, al menos), sino porque es una verdadera joya natural en la que sus aguas cristalinas contrastan con el verde de la pradera que la circunda. Lo dicho, una maravilla que da para más de un selfi.
¿Cómo llegar hasta Gulpiyuri?
Esta es otra de las curiosidades de la microplaya: solo se puede acceder a ella a pie desde otra playa, la de San Antolín, o a pie desde Naves, por un camino de tierra rodeado de bosque y pradera desde un desvío de la autopista. A unos 200 metros de la playa hay un aparcamiento, por si quieres acercarte lo más posible con tu coche. Esto, el no poder llegar a ella en ningún medio de transporte, es lo que la convierte en un tesoro de la naturaleza al que, por supuesto, hay que proteger como se merece siendo responsables y sin dejar ningún residuo allí. Y sin, por supuesto, intentar aparcar cerca: por puro sentido común, por sostenibilidad y porque la policía pasa cada pocos minutos a llevarse los coches que hayan estacionado donde no deben.
Gulpiyuri no está al borde del mar, sino tierra adentro, a cien metros de la orilla. La columna de roca que ves al fondo permite pasar el agua del mar Cantábrico hasta la playa. Otra singularidad más que la hace enormemente atractiva. De hecho, los expertos hablan no de una playa, sino de un mar asociado al Atlántico, lo que lo convertiría, también, en el mar más pequeño del mundo.
¿Qué hacer una vez allí?
Como ya te hemos dicho, hay poca agua, por lo que no vas a poderte hacer unos largos precisamente. De todos modos, las aguas del Cantábrico no son aptas para frioleras, como seguramente ya sabrás. Eso sí, si te sirve de ayuda y por si te animas a ir, en estos momentos la pleamar en Gulpiyuri (marea alta) está en torno a las cuatro de la tarde (o de la madrugada, aunque imaginamos que no irás a esa hora), y la bajamar sobre las diez (de la mañana y de la noche). Eso sí, cuenta con una lengua de arenas blancas de lo más generosa, dado el tamaño de la playa, por lo que siempre podrás llevar unas palas y jugar.
Y te preguntarás: siendo tan chiquitita, ¿merece la pena pasar el día en la playa más pequeña del mundo? Por supuesto… si el tiempo acompaña. Entre el aparcamiento y la playa hay un chiringuito para reponer fuerzas. ¡Un planazo en un lugar irrepetible!