Cómo afrontar los cuidados de una persona dependiente y síntomas de estrés que hay que vigilar
Aislamiento social, cansancio extremo y dolores articulares son algunos de los síntomas que presenta una persona con estrés del cuidador
La persona cuidadora debe concederse descansos y solicitar ayuda, en el entorno familiar o de manera externa
Por qué algunas noches los bucles de preocupación no dejan dormir y soluciones para salir de ellos
Por el Día Internacional del Cuidador, que se celebra el 5 de noviembre, es interesante recordar algunos datos. Hay algo más de 83.500 personas dadas de alta en la Seguridad Social como cuidadoras no profesionales, pero las cifras reales son otras: más de cinco millones están cuidando (también algunos famosos), a tiempo completo o parcial, de un familiar dependiente, y casi el 90% son mujeres. Los cuidadores (o más bien deberíamos decir “cuidadoras”) no profesionales representan el 80% de las personas que se dedican a esta labor, a menudo ingrata.
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Atender a una persona dependiente implica, muchas veces, olvidarse de uno mismo. Por eso, de un tiempo a esta parte se está poniendo en el foco la importancia de que esta persona también se cuide. Pero ¿cómo atender a tus propias necesidades cuando hay alguien que, literalmente, no puede vivir sin que estés pendiente de ella? Estos son algunos síntomas de que padeces estrés del cuidador… y consejos para cuidarte.
Síntomas de que padeces estrés del cuidador
Además del 'test de Zarit', una herramienta muy conocida (y avalada científicamente) que sirve para medir el nivel de estrés y saber si una persona está "sobrecargada", la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC) indica algunos de los signos que suele presentar la persona cuidadora y/o su entorno cuando está sobrepasada por los acontecimientos. Si presentas varios de ellos, eso indica que necesitas cuidarte:
- La persona cuidadora se siente cansada, tiene mucho sueño y ha perdido la energía e incluso la alegría.
- Está socialmente aislada debido a la intensidad de su dedicación a la persona dependiente.
- Consume (o aumenta su consumo) ansiolíticos, alcohol, tabaco, medicamentos para conciliar el sueño…
- Le cuesta concentrarse y tiene frecuentes pérdidas de memoria.
- Se aísla socialmente: las personas y las actividades con más gente comienzan a dejar de interesarle.
- Come mucho más (o mucho menos).
- Se irrita más a menudo, se enfada sin motivo aparente.
- Tiene problemas en el trabajo debido a su descenso de productividad, absentismo o impuntualidad.
- Problemas económicos (debido al descenso de ingresos y al aumento de gastos generados por la persona dependiente).
- Trato despectivo o incluso vejatorio hacia la persona dependiente a la que cuida.
Cuidarse, una obligación: consejos de profesionales
Desde la SEMFYC y el National Institute of Aging (NIA) dan una serie de consejos que cualquier persona cuidadora debería poner en práctica:
- Pide ayuda a la familia. No esperes a que los demás se den por enterados. Llama a otros familiares, explica que necesitas colaboración y di cuáles son tus necesidades. Cuanto más las concretes, mejor. El NIA sugiere que comiences “pidiendo pequeñas cosas” o hacerlo por mensaje si te da apuro comentarlo cara a cara.
- Pide ayuda en los servicios sociales y/o sanitarios. Enfermeras/os, médicas/os y trabajadores/as sociales también pueden ser tus aliados. Pregunta, infórmate de qué tipo de ayudas extraordinarias puedes recibir, como centros de día, personal que va a casa algunas horas… Y recuerda: quizá consideres que nadie va a cuidar a esa persona como tú, pero necesitas tiempo para ti.
- Mantén hábitos saludables. Dormir es mucho más que dormir: es imprescindible para tu salud. Lleva una dieta equilibrada. Muévete: además de mejorar tu salud física va a impactar muy positivamente en la mental. No pierdas el contacto con tu entorno: habla y queda con ellos. No te aísles del resto de tu familia: cuida tus lazos familiares, y pídeles que te sustituyan para poder salir a pasear, leer, al cine… Regalarte momentos para ti es absolutamente imprescindible.
- Prevé los posibles escenarios y anticípate a ellos. Llevar una rutina ordenada no solo te permitirá organizar tus recursos sino, sobre todo, prever posibles escenarios de “crisis” (un atragantamiento, un momento de confusión mental de la persona dependiente, etc.), y saber qué hacer en todos ellos sin agobiarte.
- Deja que esa persona haga lo que sea capaz de hacer por sí sola. Si es capaz de vestirse o ir sola al baño, por poner un ejemplo, no la ayudes. En el momento en que asumas esa nueva tarea, te estarás cargando más.
- Nada de culpabilidades. Si te vas al cine, disfrútalo sin pensar que no estás atendiendo a tu familiar. El NIA lo resume así: “Sea bueno consigo mismo”. Es normal estar triste a ratos o frustrado. Si te hace bien, exprésate con una amiga o escríbelo en un diario.
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