Diciembre es un mes en el que las reuniones con amigos y familiares están a la orden del día, y con ello también las comilonas. Un momento en el que intentar que llegar a enero sin haber ganado algún que otro kilo se convierte en un verdadero desafío. Cervecita por aquí, una tapita por allá… No caer en la tentación resulta bastante complicado y precisamente por eso una gran mayoría intenta compensar estos excesos de alguna forma. Ya sea a través de rutinas de entrenamiento o restando las calorías extras con una ingesta calórica menor en el resto de comidas. Lo cierto es que no hay ni trampa ni cartón: si no se quiere ganar peso no hay nada como una alimentación equilibrada y un estilo de vida activo.
El ayuno intermitente es otra de las alternativas que desde hace varios años está ganando popularidad, una tendencia que tiene tantos admiradores como detractores y de la que cada día se publican diferentes informaciones que se contradicen y que terminan por dejar desconcertadas a todas aquellas personas que desean llevarlo a cabo. Para conocer en profundidad la visión de dos expertos en la materia hemos hablado con el personal trainer Alejandro Celdrán y la nutricionista Noelia Matés, del equipo de la Consulta de Nutrición Virginia Aguado.
Desde el punto de vista de la nutricionista, el ayuno no es la mejor solución para compensar los excesos. “No es como una varita mágica, o darle al botón de ‘suprimir’ y que te vaya a solucionar las calorías extra. La práctica del ayuno es saludable, siempre dependiendo de la persona (porque no se puede generalizar) y siempre que esté bien planificado e integrado correctamente en tu rutina, pero no como método de compensación”. Explica que con dicho procedimiento sometes al cuerpo a estrés porque te saltas una comida a la que está acostumbrado.
“Ese estrés de manera puntual puede incluso ser perjudicial para el organismo porque altere la regulación de las hormonas y la sensación de saciedad-hambre”. Dicho esto, opina que lo que sí que podemos hacer para compensar esos excesos es volver lo antes que podamos a nuestros hábitos saludables. “Podemos tener muchas comilonas durante dos o tres días, y no pasaría nada; pero lo que no hay que dejar es que se alarguen durante dos semanas. Lo que podemos hacer después de una comida copiosa es tener una cena ligera; o si cenamos demasiado, al día siguiente, un desayuno sano, pero sin saltarnos esa toma”.
Noelia comenta que esas comidas más sanas ‘de compensación’ deberían tener altas dosis de proteínas saludables. “Un caldo de pollo con carne magra o pescado; o un desayuno compuesto por un café con leche y un yogur natural o unos huevos son alternativas muy buenas. No hay nada de malo en romper ese ayuno, no va a ser menos exceso el ayunar”, concluye.
Por su parte, Alejandro opina esta herramienta puede ser útil en algunos casos y aportar ciertos beneficios, aunque no considera que sea el recurso más adecuado para perder grasa. “Lo cierto es que puedes pasar varias horas sin comer sin afectarte en tu salud (casi nunca comemos con hambre real hoy en día). Por otro lado, no presenta unos beneficios mágicos ya que el principal factor por el que perderás grasa es a través del déficit calórico y este se puede lograr mediante la ingesta de cinco comidas seguidas o en dos al día”, cuenta, coincidiendo con la visión de Noelia.
Añade que puede ser útil en el caso de que te sientas hinchada tras las comidas copiosas -siempre y cuando no haya sensación de pérdida de energía- ya que al ingerir menos comida puede favorecer a realizar una mejor digestión. “En resumen, el ayuno intermitente puede tener beneficios potenciales para la salud, pero no es adecuado para todos. Es esencial que cualquier persona interesada en probarlo hable con un profesional de la salud para evaluar su situación específica y asegurarse de que sea seguro y apropiado para ellos”, concluye.
Ahora cada una debe valorar el modo más beneficioso en el que hacer frente a estos excesos, pero no hay nada como una dieta equilibrada y ejercicio. ¡No falla!