Desconectar del trabajo no es tan sencillo como salir de la oficina. Y cuando el trabajo se realiza desde casa, más se complica la cosa. Son a diario muchas horas de exigencia, en la que toda nuestra concentración está enfocada a realizar nuestro cometido de la forma más eficaz posible. Y cuando llega el momento de descansar y disfrutar del nuestra vida personal, la mente no sabe ni por dónde empezar.
Pero es muy necesario aprender a hacerlo para evitar consecuencias negativas que afecten a nuestra salud. Algunas de ellas son fatiga constante, insomnio, dolor de espalda, ansiedad y aumento de la presión arterial. Y, por supuesto, no desconectar del trabajo también afecta a nuestra vida social, ya que podemos descuidar de manera constante a la familia y a los amigos.
Estos consejos para que tu mente sea capaz de separar la vida profesional de la personal, y te conviertas en la dueña absoluta de tu tiempo (al menos del que tienes para ti).
Los compromisos que adquirimos en nuestra vida profesional nos llevan a pensar que liberar la mente del trabajo y hacer otras cosas es irresponsable. Esto no es cierto, ni mucho menos. Es más, lo verdaderamente responsable es que sepas cuándo cortar y lo hagas de por completo. Así que nada de culpabilizarte cuando termine tu jornada. Comienza tu tiempo libre y te lo has ganado con creces.
O al menos ponlo en silencio. Si es un móvil del trabajo puedes apagarlo sin contemplaciones. Y, sobre todo, olvídate de las redes sociales. Nos roban un tiempo y una energía que necesitamos para nosotras mismas y para la gente con la que queremos estar.
Tus hijos, tu pareja, tus amigos… Sabes quiénes son. Pasar tiempo con ellos no puede ser una excepción, así que disfruta de su compañía todo lo que puedas. Y si es necesario, haz planes para ver a tus amigos. Que no te dé reparo proponer veros y salir a cenar. Una vez fijada la cita, es más fácil que no te venza la pereza o el cansancio.
Dedicarse tiempo a uno mismo es imprescindible. Reserva un espacio diario para hacer aquello que te gusta. Puede ser un hobby, asistir a algún tipo de clases, darte un baño relajante, leer… Que la única utilidad de ese tiempo sea cuidar de ti misma. Todos lo necesitamos, y no hace falta invertir mucho para disfrutarlo y apreciar lo bien que nos sienta.
Salir de viaje es una desconexión como pocas. Pero si el estrés diario te impide planear a corto plazo, la solución es sencilla: hazlo con tiempo. De esta manera, además de que seguramente te salga más barato, tendrás la ilusión añadida de que vas a viajar durante más tiempo. Reserva uno para otoño y otro para primavera. Y si es posible, intenta que uno de los dos destinos sea desconocido para ti. Te aseguramos que te harás adicta a esas escapadas exprés que tan bien sientan.
Es bueno para tu salud y para tu mente. En el momento en el que empiezas a hacer ejercicio, las obligaciones quedan a un lado y comienzas a pensar solo en ti y en tu bienestar. Además, generarás endorfinas que mejorarán tu estado de ánimo y por la noche tu descanso será más placentero.