Cómo lidiar con la incertidumbre: los diez métodos más efectivos para vivir en equilibrio
Hay una forma de vivir demasiado precavida, intentando conocer a fondo el entorno para controlarlo y creyendo anticipar los riesgos
Otra forma es vivir en una burbuja impermeable sin mirar a nuestro alrededor donde nos es todo tan ajeno que pensamos que nada nos puede afectar
La clave está en el punto medio, en el equilibrio donde la incertidumbre juegue a nuestro favor porque nos permite evolucionar
La incertidumbre es una falta de certeza que nos ocasiona dudas o indecisión. Se dice que muchas personas enseguida se acomodan y aunque les invada el aburrimiento no son capaces de salir de su zona de confort. Pero todo sigue girando alrededor y aunque se empeñen en planificar su futuro para tenerlo todo controlado, se ven obligados a lidiar con esa incertidumbre porque cualquier cosa puede suceder.
La clave está en aprender a vivir con esa incertidumbre y ser capaces de exponerse a lo inesperado: será una oportunidad para evolucionar y considerar que todos los cambios pueden ser para mejor. Lo contrario, ahogarse ante la falta de respuestas por la incertidumbre llega incluso a ser paralizante, independientemente de que las preocupaciones atañan solo a lo personal (acabo de dar a luz y no sé qué podré hacer si mi bebé enferma) o a problemas mundiales (el cambio climático, la subida de los combustibles, la guerra…).
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Con todo ello, el mundo actual obliga a seguir viviendo “con tranquilidad o a todo gas” disfrutando de los nuestros y de lo que nos rodea, siendo capaces de vivir con incertidumbre y aprender a aceptar y a reaccionar ante los continuos cambios y sucesos que tienen lugar.
Hay distintas formas de vivir. Una es aquella en la que se es precavido, se conoce el entorno para controlarlo y se es capaz de anticipar los posibles riesgos. Otra sería la que prefiere ir a lo suyo sin mirar de frente y quedarse en su burbuja. Por otra parte, aunque se anticipe y se planifique, nunca es posible tener todo bajo control. De este modo, la clave está en tolerar la incertidumbre sin pretender eliminarla ni controlarla absolutamente.
Los diez métodos que ayudan a lidiar con la incertidumbre
1.- Definir las metas y los objetivos: es la única manera de tener claro qué es lo más importante para liberarse de todo lo demás que quita energía y tiempo y no es relevante. Además, esa claridad permite estar tranquilo con respecto a esos objetivos que no se están cumpliendo porque no son relevantes de verdad.
2.- Elaborar una estrategia o un mapa que determine el camino para cumplir los objetivos: una vez tenemos definidas esas metas es necesario conocer de dónde partimos, dónde debemos llegar, cómo lo podemos conseguir, cuáles serían las rutas alternativas. En definitiva, toda una estrategia con una perspectiva global que además permita reconducir las situaciones.
3.- Encaminarse hacia la incertidumbre: dar el primer paso a lo desconocido y arriesgar estando seguro de uno mismo, estrecha los límites de esa incertidumbre porque la visión de las posibilidades se agranda. Cuando no se sabe qué va a suceder no tiene sentido convencerse de que todo irá fatal o al contrario de que irá muy bien, porque todo es posible. Si no hay certeza de algo no merece la pena “comerse la cabeza”.
4.- Centrar el esfuerzo en lo que ya se puede controlar: hay tanto que hacer y tantas cosas que podrían pasar en el futuro que se corre el riesgo de quedar paralizado. Es mucho más agradecido y da mejor resultado actuar en lo que está al alcance de cada uno a corto plazo. Mejor mantenerse ocupado que preocuparse sin más.
5.- Prepararse para lo que pudiera pasar: todo aquello que pilla por sorpresa o desprevenido también puede paralizar. Prepararse para lo que pueda llegar, planificar soluciones ante lo peor permite enfrentarse a situaciones indeseadas. Con todo, las cosas suceden y no está en nuestras manos pararlas. Ser positivo ante los imprevistos abre otras posibilidades y permite experimentar y vivir en entornos que nunca habíamos imaginado.
6.- Asumir los riesgos: la incertidumbre y vivir conlleva riesgos, nada puede hacerse contra ellos de modo que lo más recomendable es ser conscientes, minimizarlos y admitir que son irremediables. Además, hay riesgos que merece la pena correr por todo lo bueno que está por llegar.
7.- Informarse: no sirve encerrarse en una burbuja cuando todo alrededor evoluciona y crece. Es imprescindible aprender, informarse, preguntar, observar y analizar.
8.- Ser positivo: la incertidumbre a veces nos hace imaginar la peor de las consecuencias y por tanto nos hace sufrir de forma inútil. Mejor desviar los pensamientos negativos y pensar que siempre habrá otras soluciones. Si finalmente el desenlace fuera el peor de los escenarios, de nada nos valdría haber empezado a “machacarnos” antes.
9.- Poner empeño en lo que nos hace sentir bien: se trata de aprender a vivir con incertidumbre para poder tolerarla. Mientras, se deben llevar a cabo todas esas propuestas que llenan de energía, liberan la mente y generan satisfacción como salir al campo a pasear, hacer yoga, cocinar, hacer ejercicios de relajación, meditar, visitar una exposición… Todo ello servirá para encontrarse con más fuerza y afrontar mejor el peor de los desenlaces.
10.- Vivir: llevar una vida plena implica asumir riesgos. Cuando se pretende tenerlo todo bajo control se sufre innecesariamente porque hay siempre miles de frentes abiertos que se escapan. Además, hay que elegir caminos; quedarse en el medio sin tomar decisiones no sirve para nada. Mejor arriesgar y si el resultado no es el deseado siempre se puede reconducir la situación.