¿Te gustaría sentirte más ligera, lleno de energía y con un metabolismo trabajando a tu favor sin pasar horas en el gimnasio o seguir dietas extremas? En primer lugar, debes tener claro que cada persona tiene su propio ritmo metabólico y un ‘regulador interno’ que determina la velocidad a la que se queman calorías. De modo que, aprender a entender los procesos que implica resulta clave para optimizar resultados cuando se lleva un estilo de vida saludable.
Lo primero que debes saber es que llamamos metabolismo a las reacciones químicas que permiten transformar los alimentos en energía. La rapidez con la que el cuerpo quema calorías se conoce como tasa metabólica, la cual está influida por factores como la genética, la edad, el sexo y la composición corporal. Así que, cuando hacemos referencia a que el metabolismo es más rápido, significa que el cuerpo consume calorías con mayor eficiencia, favoreciendo la pérdida de peso. Por el contrario, un metabolismo más lento tiende a almacenar energía en forma de grasa, lo que dificulta el control del peso.
Acelerar tu metabolismo puede ser más fácil de lo que crees, y los beneficios no solo incluyen perder peso, sino también mejorar tu salud en general. Hay una serie de pautas que puedes incorporar a tu vida diaria que te ayudarán a conseguirlo sin que ello suponga un gran esfuerzo. ¿Cómo? Atenta a los siguientes puntos.
Un desayuno equilibrado y rico en proteínas como huevos, yogur griego o batidos con frutos secos puede darle a tu metabolismo un impulso desde las primeras horas del día. Las proteínas ayudan a mantenerte saciado por más tiempo y a estabilizar los niveles de azúcar en sangre, lo que evita picos de hambre a lo largo del día. No te olvides de un gran vaso de agua fría al despertar, antes del desayuno, de este modo activa el sistema digestivo y favorece la eliminación de toxinas.
La hora en que comes puede ser tan importante como lo que comes. Para mantener un metabolismo eficiente, es recomendable respetar horarios regulares de comida y evitar hacerlo demasiado tarde. Durante la noche, el metabolismo tiende a ralentizarse, lo que hace que el cuerpo procese los alimentos de manera menos eficiente y aumente el riesgo de acumular grasa. Intenta tener una cena ligera al menos dos o tres horas antes de acostarte. Además, escucha a tu cuerpo y come solo cuando tengas hambre, evitando el ‘picoteo’ innecesario fuera de horarios, que puede sabotear tu progreso (y sí, sabemos que esto es lo más complicado…).
Comer pequeñas porciones varias veces al día puede mantener tu metabolismo trabajando de forma constante. Opta por snacks saludables como frutas, frutos secos o yogur entre comidas principales. Esto evita que tu cuerpo entre en ‘modo ahorro’ y ralentice la quema de calorías.
El ejercicio no solo quema calorías mientras lo realizas, sino que también tiene un efecto duradero sobre tu metabolismo, especialmente si optas por entrenamientos de alta intensidad y fuerza. Por un lado, el entrenamiento de alta intensidad, como el HIIT, alterna períodos de esfuerzo máximo con intervalos de recuperación. Este tipo de ejercicio aumenta significativamente tu tasa metabólica durante horas después de finalizar la sesión. De este modo, incluso entrenamientos cortos de 20 minutos pueden generar grandes resultados.
Por otro lado, el entrenamiento de fuerza es crucial para mantener y aumentar la masa muscular. Los músculos son tejidos metabólicamente activos, lo que significa que queman más calorías incluso en reposo. Así que, si incorporas ejercicios como levantamiento de pesas, trabajo con bandas elásticas o entrenamientos funcionales no solo fortaleces tu cuerpo, sino que también te ayudará a quemar grasa de manera más eficiente.
El estrés crónico puede ser uno de los mayores enemigos de un metabolismo eficiente. Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo libera cortisol, una hormona que, en exceso, puede ralentizar el metabolismo, favorecer el almacenamiento de grasa y aumentar el apetito, especialmente por alimentos poco saludables.
Si te sientes sobrepasada, intenta incorporar actividades que te ayuden a relajarte, como practicar yoga, meditación o simplemente dar un paseo al aire libre, puede marcar una gran diferencia. Además, establecer límites en tu vida diaria, como desconectar del trabajo en horarios establecidos o reducir el tiempo frente a pantallas, te permitirá mantener el equilibrio emocional y físico que tu cuerpo necesita.
Por último, no hay que olvidar el descanso, crucial para un metabolismo eficiente. Dormir menos de seis horas por noche puede desequilibrar las hormonas que controlan el hambre y el gasto energético, haciendo que sea más difícil perder peso. Crea una rutina nocturna relajante, desconecta de pantallas antes de dormir y prioriza tu descanso. Notarás la diferencia.
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