Tener nuestro bebé en brazos por fin es indescriptible. Sin embargo, el coctel de sentimientos, emociones, agotamiento y sueño nos impide disfrutar con total plenitud de ese momento tan esperado. Además, nos enfrentamos al significado real de ser madre: la repentina responsabilidad cuando nos damos cuenta de que esa personita depende absolutamente de nosotras. Si no somos capaces de controlar la situación y se complica se puede desencadenar una ansiedad postparto.
Patricia J. Díaz, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, explica que “la ansiedad es una emoción natural y normal de nuestro organismo y no tiene por qué ser mala”. El quid de la cuestión está en cuánto tiempo dura esa ansiedad y en cómo es posible aliviarla para superar esa ansiedad postparto lo antes posible.
Según destaca Patricia J. Díaz, “dentro del repertorio de emociones tras dar a luz, al igual que la alegría, la tristeza o la ira, cada una cumple su función y la ansiedad nos sirve para adaptarnos y sobrevivir al entorno y hacer frente a determinadas situaciones”. Añade que “la ansiedad permite que el organismo se prepare ante una situación de peligro a nivel mental, físico y motor”.
Según la psicóloga, “el nacimiento del bebé nos enfrenta a un escenario potencialmente estresante y respondemos con ansiedad”. La amígdala cerebral de la madre está en plena hiperactividad ya que “a partir de ese momento, será necesario atender las demandas de una criatura dependiente y vulnerable”. Por tanto, detalla J. Díaz, “la ansiedad es una respuesta normal y adaptativa que se puede alargar hasta que el bebé cumple sus primeros meses”.
El problema llega cuando se desencadena “una ansiedad patológica, debido a que se dispara, deja de ser adaptativa y provoca situaciones de bloqueo que impiden que la madre reaccione frente a la continua demanda del bebé”, dice J. Díaz. La privación de sueño para darle de comer de forma tan seguida tanto de día como de noche, no disponer del apoyo suficiente de otras personas, no alimentarse correctamente por falta de tiempo o de energía, volcarse demasiado en el pequeño y olvidarse de uno mismo, la sensación de una intranquilidad constante… “Estos factores nos hacen más vulnerables e inciden en que esa ansiedad se convierta en patológica”, tal como subraya la sexóloga.
Incluso la madre “puede llegar a obsesionarse con el llanto y sus significados, con todo lo que le podría pasar a su bebé, con las enfermedades que podría contraer…”, augura. Hasta puede llegar a dudar de su capacidad para desempeñar el papel de madre. “En ocasiones sucede que los pensamientos alarmistas o la anticipación de posibles catástrofes se convierten en recurrentes y en obsesivas.
Las expectativas con respecto a la maternidad son otra cuestión significativa. Puede ser que lo que se esperaba no tenga nada que ver con la nueva realidad, que tal vez se hubiera idealizado. Constata J. Díaz que “ser madre es maravilloso pero el agotamiento y la demanda del bebé iniciales hacen mella, lo que incrementa aún más la ansiedad”.
En definitiva, esa ansiedad desatada y bloqueante plagada de pensamientos intrusivos negativos junto al cansancio, a la falta de sueño y de alimentación y a la intranquilidad pueden dar lugar a síntomas físicos”, apunta la experta.
Con lo cual, si dicha ansiedad se alarga y la madre se ve incapaz de resolverla por sí sola acaba provocando hasta náuseas, vómitos, tensión muscular, taquicardias, mareos, insomnio… Son las consecuencias que enumera J. Díaz.
Por otra parte, esa ansiedad postparto puede aparecer durante los primeros días tras el nacimiento del pequeño para resolverse poco a poco a lo largo de los tres meses iniciales o durar hasta un año. Todo “depende de las estrategias individuales de la madre, de sus herramientas y de cómo es capaz de afrontar y mitigar los síntomas que genera la ansiedad patológica”, señala la sexóloga.
Otra cuestión es si es consciente de que no puede afrontar la situación sola y debe pedir ayuda a todos los niveles: para cuidar al bebé y dormir, hacer la compra, cocinar, poner lavadoras, hablar o desahogarse. Además, “tal vez la ansiedad se haya enquistado de tal modo que ya sea necesario solicitar la consulta de un profesional y un asesoramiento terapéutico”.
Los expertos en la materia ayudan a eliminar esos pensamientos catastrofistas y obsesivos, enseñan a canalizar las emociones, aportan técnicas de relajación a través de la respiración que permiten volver a descansar… “Por supuesto, debemos conseguir no autoaislarnos con el bebé. Sobre todo, saber cuándo pedir ayuda a la familia o a los amigos. Un básico es encontrar tiempo para nosotras mismas: darnos un baño relajante, dar un paseo, ir al gimnasio, practicar yoga… Porque volver a conectar con nosotras mismas también ayuda a mitigar la ansiedad”, concluye Patricia J. Díaz.