Seguro que alguna vez has escuchado la historia de una mujer que no sabía que estaba embarazada hasta el momento que dio a luz. Pues lo cierto es que, aunque parezca inverosímil, es algo totalmente real. Esto se denomina ‘embarazo críptico’ y se da cuando los métodos de diagnóstico más habituales fallan.
Lo más normal es que, cuando la mujer no tiene menstruación, se realice una prueba de embarazo, ya sea a través de la orina o de la sangre. En caso de que fuera positiva acudiría a su médico de cabecera y de ahí le derivarían al ginecólogo. Será en esa consulta donde se realice la primera ecografía y donde se confirmaría el embarazo. Pero puede que alguna vez no sea así.
Nos encontramos con un embarazo críptico cuando algo de toda esa cadena ha fallado. Puede ser que haya confusión con el test de embarazo o que se confundan los síntomas típicos del embarazo con otras complicaciones como puede ser una indigestión o incluso estreñimiento. Además, también suele ir muy asociado a aquellas mujeres que tienen menstruaciones más irregulares, que tengan menopausia precoz o que practiquen deportes de alto impacto.
Este tipo de embarazos suelen ser poco frecuentes, aunque no imposibles. Los estudios han arrojado que suele producirse en una de cada 2.500 gestaciones. En todos estos casos, la menstruación podrá desaparecer durante unos meses y la mujer pensará que es algo totalmente normal. Aunque eso sí, este tipo de embarazo también se podrá producir por algún fallo en los métodos anticonceptivos o por la lactancia.
Lo cierto es que este tipo de embarazos pueden entrañar algunas complicaciones, sobre todo a la hora de realizarse las revisiones médicas necesarias. Así, en un embarazo normal se recetaría ácido fólico, se realizaría un cribado de anomalías de los cromosomas y de malformaciones fetales, el control de la diabetes gestacional y otras enfermedades como la preeclampsia, controles que en un embarazo críptico no se darán.