Empezar el colegio es un cambio muy grande para un niño, y como todo cambio, necesita un proceso de adaptación. Los colegios suelen plantear una incorporación gradual para los más pequeños, porque aunque algunos no parecen verse afectados por la nueva situación, hay otros que necesitan un tiempo para adaptarse. Con el paso de los días, los llantos en la puerta del aula van desapareciendo, pero es habitual que haya niños que se resistan a asumir que ese es su día a día. Puede tratarse del tuyo, y en ese caso seguramente sufres tú más que él cada mañana. Te contamos cómo puedes favorecer su adaptación al colegio y ayudarle en este momento tan importante de su vida.
La adaptación de tu hijo al cole puede parecerte eterna, pero se produce más pronto que tarde. Por eso es importante que no pierdas la calma y que no le transmitas al niño tu preocupación. Cuanto más tranquila te vea, más lo estará él, y antes se acostumbrará a los nuevos ritmos.
Ir al colegio supone adaptarse a nuevas rutinas y horarios, que necesitan encontrar un apoyo en las que se siguen en casa. La más importante es la que tiene que ver con el descanso, porque es más probable que tu hijo llore y no quiera ir al colegio si ha dormido poco o pasado mala noche. Así que es esencial que prestes atención a sus horarios de comida, juego, baño y sueño.
No es necesario que hables a diario con sus profesores, pero sí que tengáis una comunicación fluida que os permita unir fuerzas para que el niño se adapte cuanto antes. Es posible que te hagan alguna sugerencia que te sirva de ayuda, o que te tranquilicen si te cuentan que los llantos terminan en el momento en el que entra en clase y se despide de ti.
Aunque estés sufriendo tu propio drama al despedirte del pequeño, lo importante es que las despedidas sean lo más breves posible. Por mucho que te quedes para ver si deja de llorar, la situación no va a mejorar, más bien al contrario. Es importante que seas concisa y te muestres confiada, porque eso es lo que realmente necesita que le transmitas.
Sabemos que es tentador, pero prometerle algo, como un juguete, si deja de llorar no facilita la adaptación. De hecho, la complica, porque si no puede evitar el llanto la frustración es doble, y si lo consigue a cambio de un premio, no lo asocia a que el colegio es un sitio seguro, por lo que puede repetirse su malestar en cualquier momento.
Cuando salga del colegio es importante que pueda estar contigo y que le dediques un tiempo de atención exclusiva. Pregúntale qué tal le ha ido y deja que te cuente cosas a las que puedes reaccionar de manera positiva. Aprovecha para tomar juntos la merienda, ir al parque o jugar. De esta forma las inseguridades que ha podido tener al principio del día se difuminan y tienden a desparecer.