Que Lorena Castell es una tía todoterreno es algo que se palpa cada vez que nos la topamos en la pequeña pantalla. No hay proyecto por el que la catalana no se remangue, ya implique conducir un programa, provocar carcajadas, regentar un bingo, aspirar a representar a España en Eurovisión o preparar maravillas culinarias. Pero el mayor desafío al que se ha tenido que enfrentar no tiene nada que ver con su trabajo en la tele.
Cuando se convirtió en madre de su único hijo, a Lorena se le abrió un nuevo universo. Era marzo de 2019 cuando, después de nueve intensos meses en los que nos fue haciendo partícipes de los pros y contras de su primer embarazo, Castell dio a luz a Río. Tenerle en sus brazos, tal y como manifestó en su primer posado con el recién nacido, hizo de aquel día el mejor de su vida. Sin embargo, pocas horas después empezaron los problemas.
Al poco de nacer, a su pequeño le diagnosticaron niveles altos de la proteína C reactiva, un signo de que existe una inflamación o una infección en el organismo que ha de ser controlada. En su caso, según compartió ella misma con sus seguidores de Instagram, este resultado se debió a que Lorena cogió fiebre durante el proceso del parto, lo que provocó que tuviesen que ingresar a Río en la UCI durante diez días.
Al estar en la unidad de neonatos, ni ella ni Eduardo Dabán, padre de la criatura, tuvieron la posibilidad de estar junto a él. Y como se negaban a volver a casa sin su bebé, ambos decidieron hacer acampada en el aparcamiento del Hospital HM Montepríncipe de Madrid, ubicado en Boadilla del Monte, para estar a la mínima distancia posible de su hijo durante este duro proceso que se quedó en un susto.
La por entonces pareja (en mayo de 2020 pusieron fin a su relación) alquiló una autocaravana que pasó a convertirse en su hogar en estas casi dos semanas de espera. Y en este intento constante de Lorena Castell por mantenerse positiva, una vez superada esa fase "de pena por no llevar ni un día con tu nene y tener que dejarlo", ambos vieron en esto una oportunidad para prepararse para lo que estaba por venir.
"He conocido a gente muy guay. Al final es un pequeño training y cuando te vas con el bebé a casa ya has aprendido un montón de cositas", manifestó a través de sus stories al hacer balance de esta aventura.
Una vez llegaron a casa con Río, por fin pudo experimentar eso que implica la maternidad. Un reto vital en el que lleva inmersa casi cuatro años y para el que ha contado con el apoyo constante de Joaqui, su madre. Sin ella, tal y como ha reivindicado en infinidad de ocasiones, a Lorena le habría sido conciliar con todos los proyectos profesionales en los que, por suerte, se ha podido embarcar desde que es madre.