El embarazo es uno de los momentos más delicados para la mujer. Por eso, es de vital importancia saber qué es lo que podemos consumir y qué no. Uno de los productos que más duda genera y que está presentes en nuestro día a día será el huevo, que podremos tomar pero no de cualquier forma, habrá que cocinarlo correctamente.
El huevo está considerado como un ‘superalimento’, ya que tiene un gran aporte nutricional. Este tiene grandes cantidades de vitamina B6, calcio, zinc, vitamina E y K. También, aporta proteína y grasas saludables. Por tanto, es uno de los alimentos más ideales para el día.
Durante el embarazo habrá que extremar todas las precauciones. Así, los huevos crudos o poco cocinados pueden contener Salmonela, una bacteria que podrá causar una intoxicación alimentaria que se conoce como ‘salmonelosis’. Entre sus síntomas, nos encontramos con la diarrea, fiebre alta y deshidratación. Además, durante el embarazo, y en los casos más graves, puede provocar aborto espontáneo o un parto prematuro.
El riesgo no siempre estará en los huevos crudos o mal cocinados. Así, los huevos cocidos pueden suponer un riesgo para algunas personas, sobre todo si se consumen directamente del animal. Esto se debe a que cualquier alimento que no se haya manipulado o refrigerado de forma correcta podrá tener algunas bacterias como la listeriosis.
Para destruir todas las bacterias habrá que cocinarlos un tiempo determinado y con la temperatura adecuada. Deberá estar bien hecha tanto la clara como la yema. Por tanto, durante esos meses de gestación no se recomienda comer huevos escalfados, líquidos o que se hayan cocinado de forma mínima. Esto mismo ocurre con las preparaciones o los postres en los que se utilicen huevos crudos en su elaboración como puede ser el tiramisú, el ponche de huevo o las natillas. Por eso, en estos casos lo más recomendable será utilizar huevos pasteurizados.
Dicho eseto, en el caso del huevo frito habrá que tener especial cuidado y solamente consumirlo cuando esté totalmente hecho. Es decir, deberá tener totalmente cuajada tanto la clara como la yema, y en ningún caso esta última podrá quedarse un poco cruda, ya que podrá provocarnos algún tipo de inconveniente en nuestra salud.