La regurgitación es normal en los bebés, desde que nacen hasta el séptimo mes, aproximadamente, aunque pueden seguir regurgitando hasta los 18 meses. En principio es algo normal que no debería preocuparnos, pero es lógico que nos preguntemos cómo evitar que el bebé regurgite tanto. Se trata de algo muy común que ocurre cuando la leche que han tomado vuelve desde el estómago al esófago. A veces, la leche consigue volver a la boca del bebé y es entonces cuando nos damos cuenta de que ha regurgitado.
Los recién nacidos y los bebés de pocos mes aún no tienen el aparato digestivo maduro, por lo que la anilla muscular que cierra el paso entre el estómago y el esófago no consigue cerrarse por completo. Si, además, el bebé ha comido en exceso o ha tragado aire, es más fácil que se produzca la regurgitación.
En principio, como te decimos, no hay motivos para que te preocupes, porque es algo normal y no tiene por qué deberse a ninguna otra dolencia ni a intolerancias o alergias. Cuando su musculatura digestiva madure y comience la alimentación complementaria, la regurgitación disminuirá hasta desaparecer. Aún así, estos consejos te ayudarán a disminuir las veces que esto ocurre.
No esperes a que tu bebé haya terminado toda la toma para intentar que eructe. Haz una pausa a mitad de toma, cuando cambias de pecho, o si le das biberón cada 30-60 ml de leche. Así la cantidad de leche que puede ir del estómago a la boca será menor que si esperas la toma completa. En el caso de que utilices el biberón, puedes probar a utilizar un modelo anticólicos, que evita que el bebé trague más aire del necesario cuando come.
Durante la toma la cabeza del bebé no debe estar demasiado abajo. Si la mantienes ligeramente levantada, es más fácil que la leche descienda sin complicaciones hasta el estómago, evitando que regurgite de manera innecesaria. Puedes ayudarte con un cojín de lactancia para que te sea más fácil y cómodo encontrar la posición adecuada.
Una vez que ha terminado la toma, lo ideal es que pongas al bebé en posición vertical para que pueda eructar y expulsar el aire acumulado. Si lo sientas o lo pones en una posición en la que haya presión sobre su estómago de manera innecesaria, hay más posibilidades de que regurgite. Así que, incluso cuando se ha dormido al acabar la toma, lo mejor es que lo tengas en brazos un ratito en vertical.
Seguro que después de una comilona lo que más te apetece es estar tranquila y con poco movimiento. Pues lo mismo le ocurre al bebé, así que evita tras las tomas los movimientos bruscos, los juegos o las sacudidas. Así habrá más posibilidades de la leche se asiente en su estómago y no vuelva a subir.