Cuando nuestros hijos son pequeños y pasan casi todo el día con nosotros, año tras año, nos instalamos en esa cotidianidad y parece que van a estar siempre pegados a nuestras fladas. Pero hacerse adulto y dejar de vivir con los padres no es algo que ocurra de la noche a la mañana, sino que empieza poco a poco cuando estamos bajo el mismo techo. La realidad es que a partir de cierta edad vas a pasar menos tiempo con tus hijos, y eso es algo que está bien en sí mismo, porque es ley de vida, pero también sirve para recordarnos que debemos aprovechar al máximo los años que los tenemos siempre a nuestro lado.
Tener hijos a nuestro cargo nos hace fluctuar entre emociones contradictorias, pero totalmente comprensibles: por una lado nos gusta verles crecer y conquistar su autonomía, al mismo tiempo que conseguimos ganar algo de espacio para nosotros; sin embargo, este hecho también nos produce pena, porque en el fondo nos gustaría tenerlos cerca para siempre.
Lo ideal es ser conscientes de esta realidad, para aprovechar al máximo el tiempo que podemos disfrutar de estar con ellos, de cuidarles y de ser la base de su educación y desarrollo, sin perder nunca la perspectiva que nos hace saber que cada vez pasarán menos tiempo con nosotros.
En España la edad media para tener hijos se sitúa alrededor de los 32 años. Si tenemos en cuenta que hasta los 10 años, aproximadamente, los niños pasan casi todo su tiempo libre con sus padres, se sobreentiende que es entre los 30 y 40 años cuando más tiempo pasamos con nuestros hijos. Una vez que hemos cumplido los 40, comienza a disminuir ese tiempo. Los niños crecen y su vida social aumenta, auque siempre estén bajo nuestra supervisión, acuden a actividades extraescolares y pueden, incluso, pasar fines de semana fuera por diferentes motivos. Además, al saber que tienen más autonomía, es muy posible que los padres busquen aumentar, aunque sea ligeramente, su tiempo de ocio sin niños.
Aunque siempre hay excepciones, porque hay mujeres que tienen a sus hijos con más de 40 años, o debido a circunstancias personales, lo cierto es que a partir de los 50 años el tiempo que pasamos con nuestros hijos disminuye considerablemente. Lo cierto es que a partir de esa edad, nuestro hijos por lo general han dejado de ser niños y se han convertido en adolescentes, lo que supone que van a querer pasar más tiempo solos o con sus amigos que con sus padres.
Eso no significa que ya no vayamos a estar con ellos. De hecho, la recomendación de los expertos es que, aunque parezca que no te necesitan, los adolescentes necesitan tiempo de calidad con sus padres. Pero sin duda hay una disminución objetiva de esos ratos que pasábamos con ellos cuando aún eran pequeños.
No podemos, ni debemos, ir en contra del crecimiento de nuestros hijos, que es ley de vida, pero sí podemos utilizar esta información a su favor y también en el nuestro. La crianza puede resultar agotadora, pero cada día vivido no vuelve a suceder, así que debemos mirar siempre el lado más positivo, a pesar del cansancio que podemos sentir en ocasiones, y disfrutar al máximo del tiempo que tenemos con nuestros hijos.
Por otro lado, y no menos importante, se encuentra la relación de pareja. Durante unos años determinados, que coinciden con la infancia de los niños, las parejas se dedican menos tiempo y vuelcan casi todas sus energías en la crianza de sus hijos. Esto provoca que, en muchas ocasiones, cuando los hijos dejan de ser dependientes de los padres, la pareja se encuentra a solas y con una parte importante de su vínculo algo perdido. Por eso, aunque parezca que a veces no hay tiempo para nada, es esencial que no descuidemos la relación de pareja, buscando momentos para estar solas y manteniendo el deseo de buscar aquello que os une, más allá de la dedicación a vuestros hijos.