Las chuches y otros dulces, como las galletas, los zumos o los cereales de desayuno están desde hace un tiempo en el punto de mira. Hasta hace no tantos años parecían formar parte del consumo habitual de los niños, algo que ahora no se ve de la misma manera. Esto es así por suerte, ya que no hay discusión en que no son alimentos que beneficien a la salud. Ahora bien, puede que impedir a nuestros hijos acercarse a ellos no sea la mejor opción. Los expertos aseguran que no debemos prohibir que los niños coman chuches, aunque sí limitar su consumo. Te contamos por qué.
Tras la prohibición de comer chuches que muchos padres imponen a sus hijos se encuentran motivos muy razonables. El índice de obesidad en la población infantil es mayor que nunca, el consumo de azúcar en dosis elevadas se asocia a enfermedades como la diabetes, y los nutrientes saludables que aportan son prácticamente nulos.
Lo esperable es que quieras que tus hijos coman de manera sana, pero la prohibición en sí misma no te va a ayudar a conseguirlo. De hecho, puede ser el desencadenante de diferentes trastornos de la alimentación. Si somos del todo sinceros, quien haya pasado por una dieta restrictiva sabe que esa historia no suele acabar bien, y que no hay nada que apetezca comer más que aquello que no se debe. Pues ese es solo el principio de los atracones, la culpa, el dejar de comer para compensar, y un largo etcétera que puede dar lugar a un trastorno alimentario.
Cuando se consigue establecer una alimentación saludable, en la que priman alimentos cono frutas, verduras, legumbres y proteínas de calidad, siempre debe quedar un espacio para los “caprichos” o excepciones. La clave está, principalmente, en el sentido común. No pasa nada (nada de nada) porque tu hijo coma algunas chuches el fin de semana, o se lleve un zumo envasado a una excursión del cole, o se ponga hasta arriba de tarta en el cumpleaños de un amigo. Lo que de verdad importa es que el resto del tiempo su alimentación sea equilibrada.
Y algo fundamental es que no le hagas que se sienta culpable el día que coma dulces, incluso si es un día que no debía hacerlo según tus planes. Asociar culpabilidad y comida es algo que debemos evitar a toda costa. En cambio, si es capaz de vivenciar con naturalidad cuál es el tipo de alimentación que predomina en su vida y reconocer qué alimentos se consideran una excepción, él solo será capaz de aprender a autorregularse. Y conseguir esto con naturalidad y de manera saludable es el verdadero éxito.
Ya hemos dicho que las chuches y otros dulces pueden tener cabida dentro de una alimentación saludable si entran en la categoría de excepciones. Y, por supuesto, que no hay que culpabilizar al niño cuando las tome, tampoco si le “pillamos” tomándolas a escondidas.
Pero otro punto que es importante señalar es que las chuches no son una recompensa, ni nada que deba asociarse a un premio. Normalizar su consumo excepcional es clave, pero premiar con ellas establece una relación de recompensa con el dulce que no le conviene. Del mismo modo que prohibirlas no debe ser un castigo. Las chuches no son el demonio, pero tampoco la solución a nuestros problemas. Que tengan poca presencia y poca importancia, fomentando una alimentación variada, sin duda es la opción más saludable para que tu hijo establezca una buena relación con la comida.