Cómo facilitar la adaptación de tu hijo a un nuevo instituto

Para cualquier adolescente empezar el curso en un instituto nuevo puede ser tan estresante como para los adultos cambiar de trabajo. Se tiende a minimizar el hecho y sus repercusiones se supone que tienen una gran capacidad de adaptación. Sin embargo, necesitarán tiempo para acostumbrarse y acomodarse al centro precisamente porque no lo conocen. Nuestra psicóloga de confianza nos ha dado unas pautas sobre cómo facilitar la adaptación de tu hijo a un nuevo instituto.

La experta destaca que hay dos aspectos a tener en cuenta como punto de partida. En primer lugar, están las razones por las que la familia ha tomado la decisión de cambiar de colegio. Es absolutamente distinto cuando el motivo es un traslado de domicilio a otro barrio o ciudad que cuando se necesita asegurar una mejor adaptación curricular ante un diagnóstico de TDH, TDAH o TEA; separar al adolescente de un ambiente perjudicial; o que haya sufrido bullying y el centro actual no haya solucionado el problema como le hubiera correspondido, entre otras muchas motivaciones.

En segundo lugar, el proceso de adaptación a un instituto nuevo depende de la edad y sobre todo de la forma de ser, de la personalidad y del carácter. Aquellos chavales más sociables lo verán como un trance sin más o incluso como una aventura o la posibilidad de ampliar su grupo de amigos. En cambio, para los chicos de naturaleza introvertida comenzar el curso en un instituto distinto con personas desconocidas puede ser un auténtico suplicio.

Sea como fuere, la psicóloga puntualiza que en principio el cambio será para bien, para mejorar, con lo cual va a ser una experiencia que les ayude en su proceso madurativo, se tiene que aprovechar y considerarse como una primera oportunidad para crecer y superarse.

Consejos de adaptación para los más jóvenes

Cuando se trata de los cursos iniciales del instituto, entre los 12 y los 14 años, hay unas puntualizaciones básicas que les pueden a ayudar en los primeros días y semanas. El primer paso es acompañarlos a visitar el colegio, también por dentro si existe la posibilidad, y sus alrededores. Comprobar las distancias, probar cuál es el mejor camino para llegar, dónde está la parada de la ruta, cuál es la opción más cómoda que ofrece el transporte público… Son datos que aportan conocimiento y con ello tranquilidad y confianza.

Otras puntualizaciones se refieren, por ejemplo, al uniforme si fuera obligatorio, pues no querrán que les llamen la atención si lo llevan incompleto, lo mismo sucede con el material y los libros. Disponer de los horarios para no llegar tarde, intentar conocer a los tutores y profesores antes del primer día, animarlos a participar en los mismos juegos que practiquen los demás en el recreo, alentarlos a apuntarse a alguna actividad extraescolar, huir de las posibles bromas que los veteranos gastan a los alumnos nuevos… son algunas otras recomendaciones que los padres pueden hacerles a sus hijos de cara al inicio del curso en un nuevo instituto.

Cómo ayudar a los mayores en el nuevo instituto

En ocasiones, tal cambio resulta más difícil para los que tienen mayor edad, entre los 15 y los 16 años. Es probable que hayan tenido que dejar a sus amistades por haber cambiado de residencia y se sientan solos, con lo cual, si tenían una cierta estabilidad, seguro que ésta empieza a tambalearse.

Ellos viven la nueva situación como estresante, pero a diferencia de los adultos no tienen experiencia para sobrellevarla; todavía no cuentan con mecanismos para vencer ese estrés. También dependerá de su personalidad, como se apuntaba antes, puede ser un desafío porque querrán hacer nuevas amistades o se encontrarán muy perdidos en un entorno que consideran hostil y desconocido.

Tal como explica la experta, independientemente del carácter de los adolescentes y de su nivel de autoestima, durante las primeras semanas en el nuevo instituto los padres o tutores y otros integrantes de la familia, incluso tíos o abuelos, tienen que permanecer atentos a cualquier signo de alerta. La finalidad es prestarles ayuda para superar la nueva etapa, más si el cambio lo ha provocado una experiencia negativa anterior, o incluso si fuera necesario buscar la asistencia de un profesional. Además, muchas veces no se atreven a explicar a los adultos cómo se sienten en realidad o cuáles son sus miedos, no quieren añadir preocupaciones a sus padres o decepcionarles por no poder ellos solos con el cambio…

La adaptación al nuevo centro puede ser más costosa de lo que en un principio parecía. Hay ciertos signos de alerta como un cambio en la conducta, en los gustos, en las actividades que les gustaban, en los hábitos alimenticios, en el descanso, en las relaciones con los demás… En ocasiones, ese estrés que padecen se refleja en un malestar físico con dolores de cabeza o de tripa sin un motivo médico evidente o empeoran los resultados académicos y no remontan a pesar de pasar los meses.

Ya antes de iniciar la nueva etapa en un centro distinto al habitual, la familia tiene que haber hablado sobre el cambio. Es importante presentar las ventajas que supone siempre desde un punto de vista realista. Asumir que puede que se encuentren con dificultades y que es normal que sientan miedo. También dejarles claro que no están solos para superarlo, que se confía en ellos y que podrán hacerle frente. Igualmente, hay que recordarles sus fortalezas y cómo en otras ocasiones han sabido salir airosos gracias a ellas, lo que será un plus para reforzar su autoconfianza.

Muchas veces ellos mismos no entienden el porqué del cambio a un nuevo instituto. En ese caso es importante explicarles cuáles son las razones que lo justifican, que siempre se busca su bienestar, aunque no acaben de entenderlo. Al final, una vez maduren verán las cosas más claras y probablemente compartan la decisión como positiva.

En las primeras semanas en ese nuevo instituto tal vez sea conveniente rebajar un tanto las exigencias y las normas impuestas. No se trata de permitir a los chicos que lleguen tarde a clase o no cumplan con las tareas académicas. Más bien consiste en ser más flexibles para facilitarles la adaptación. Son apuntes como dejar que se salten por un día una comida familiar porque han quedado con sus nuevos compañeros.  

Otra sugerencia para los padres es que permitan que sus hijos conserven sus amistades de siempre, por ejemplo, animarles a que les inviten a pasar el fin de semana a la casa nueva para enseñarles el barrio o la ciudad…

Por último, puede que el adolescente tenga más dificultades o no consiga integrarse en el nuevo centro. Dentro de las soluciones está en apuntarse a las actividades extraescolares o a las salidas que se organicen, hablar del tema con el orientador del instituto o, si es necesario, solicitar la ayuda de un profesional externo antes de dejar que el problema se enquiste.