Cinco hábitos para que tus hijos hagan los deberes sin que se lo pidas

El día a día en un hogar con niños en edad escolar parece estar marcado por una rutina ineludible: el momento de hacer los deberes. El resto de actividades, como asistir a extraescolares, jugar, ducharse o cenar parecen ser menos complicadas que conseguir que un niño se siente a hacer la tarea diaria. Y es que después de todo el día en el colegio, es comprensible que a tu hijo le dé pereza volver a sentarse en una silla y concentrarse para estudiar. Te proponemos hábitos y rutinas que ayudarán a tu hijo a hacer los deberes sin que se lo pidas insistentemente día tras día. 

Un descanso entre el colegio y los deberes

Pedirle que se siente a hacer los deberes nada más llegar del colegio es tan poco eficaz como aconsejable. Todos necesitamos hacer pausas en nuestras obligaciones, y cuando llega a casa lo mejor que puede hacer es merendar y desconectar un rato. Dale media hora de tiempo libre y que después empiece a estudiar. 

Un espacio habilitado para el estudio

Para que tu hijo sea productivo a la hora de hacer los deberes, con una buena organización y concentración, necesita un espacio habilitado para ello. Debe tener su propio escritorio en el que siempre tenga disponible sus libros, cuadernos, lápices, etc. Asegúrate de que cuenta con una silla que sea cómoda y le ayude a tener una buena postura, y una lámpara o flexo con una luz adecuada para estudiar. 

Acuerda con tu hijo el horario de estudio

Estamos intentando que el tiempo de estudio sea productivo, pero también fomentar la autonomía del niño. Habla con él acerca del tiempo que hay que dedicar a diario a los deberes y cómo prefiere organizarse. Valorad un mini descanso cuando acabe con cada asignatura, si primero hace los ejercicios y por último lee o memoriza, etc. Si participa en la toma de decisiones estará más involucrado y querrá cumplir con aquello que habéis acordado. 

Metas y recompensas

Revisa con tu hijo qué debe hacer a diario y semanalmente para establecer objetivos realistas. Cada vez que alcance las metas que se ha propuesto lograr se sentirá satisfecho y motivado para seguir con su rutina de estudio. Además, puedes proponer recompensas equilibradas, por ejemplo al acabar la semana. Si son razonables servirán también de estímulo. 

Muestra interés por sus tareas

Esto no quiere decir que estés encima de él preguntándole todo el tiempo qué hace o qué tiene que hacer, sino que abras conversaciones para que te cuente qué está aprendiendo o qué le ha resultado interesante de lo que está estudiando. Favorece la comunicación hablándole tú también de tu trabajo, de las dificultades que has tenido en el día o de aquello que te ha gustado hacer. Le servirá para ver qué todos en casa tienen obligaciones, y que a veces nos gustan y a veces no, pero que es importante cumplir para el beneficio de todos.

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