En nuestro país, el tabaco tiene la culpa de la muerte de cerca de 63.000 personas al año según la Sociedad Española de Epidemiología porque afecta a la mayoría de los órganos del cuerpo y genera enfermedades como cáncer de pulmón, hipertensión, angina o infarto de miocardio, trombosis, embolia… En un adulto el tabaco arrasa con su salud, pero cuando la que fuma es una mujer gestante los efectos se trasladan al feto que está en desarrollo. Por ello, los profesionales sanitarios aconsejan no consumir ni un solo cigarrillo por los riesgos de fumar durante el embarazo, aunque todavía se sigue escuchando que “puede ser más perjudicial la ansiedad que genera dejar el tabaco, a seguir fumando”. Sin embargo, aquí no hay excusas; lo saludable es no fumar o dejar de hacerlo cuanto antes, sobre todo si se trata de una mujer que ha decidido tener un hijo.
Estas consecuencias en el organismo que llegan a ser mortales en muchos casos se producen porque “al fumar inhalas nicotina, alquitrán, monóxido de carbono y otras 5.300 sustancias químicas, muchas tóxicas”, apuntan desde el Ministerio de Sanidad Español en las recomendaciones que realiza a la población sobre la importancia de un estilo de vida saludable. En una futura mamá que fuma “todas esas sustancias pasan de sus pulmones a su sangre y desde allí le llegan directamente al feto, disminuyendo notablemente la cantidad de oxígeno que le aporta”. Por tanto, no solo se pone en riesgo la salud de ambos, sino que afecta al crecimiento y al desarrollo del bebé en gestación.
Desde el Ministerio concretan que a través de la placenta y del cordón umbilical, el feto recibe el oxígeno y los nutrientes indispensables para que pueda desarrollarse con total normalidad. No obstante, al fumar la madre, “el monóxido de carbono del tabaco impide la llegada de suficiente oxígeno al feto, lo que causa daños en sus tejidos, especialmente en los pulmones y en el cerebro”.
Por su parte, en un post sobre el hecho de fumar en el embarazo del blog de la Unidad de la mujer de uno de los hospitales privados de referencia en nuestro país, la ginecóloga y obstetra Isabel Rodríguez-Piñero, enumera una larga lista de riesgos fetales que provoca el tabaco y además informa de porcentajes de muchos de ellos. Son los que siguen a continuación:
A todo ello se suma el que cuando el bebé nace antes de tiempo se frena su desarrollo y su crecimiento, durante las últimas semanas y meses del embarazo, en el interior del útero de la madre, lo que también pone en riesgo su vida. Lo más probable es que el pequeño tenga que permanecer ingresado en el hospital durante un tiempo hasta que pueda marcharse a casa una vez los especialistas tienen la garantía de que su salud ya no corre peligro.
Después, ya nacido, las sustancias tóxicas del tabaco siguen influyendo en su salud. Entre otras afecciones, asciende el riesgo de que tenga dificultades para alimentarse o que desarrolle diabetes tipo 2 o asma. Además, el daño ocasionado en sus pulmones puede provocarle problemas respiratorios que perduren durante la niñez y la adolescencia. Incluso se desencadenan consecuencias nefastas ya que asciende el riesgo de muerte súbita del lactante.
Por su parte, desde los Centros para el control y la prevención de enfermedades de Atlanta, una entidad que forma parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, también son tajantes con el tabaquismo y más aún en el caso de las mujeres embarazadas. “Nunca es muy tarde para dejar de fumar”, señalan. También añaden que el hecho de que en un embarazo anterior todo saliera bien a pesar de seguir consumiendo tabaco, “no hay garantías de que su próximo embarazo también lo sea. Cuando usted fuma durante el embarazo, pone en riesgo su salud y la de su bebé”.
A lo riesgos del tabaquismo ya nombrados, desde este organismo de Atlanta subrayan que el tabaco llega a generar graves problemas en el bebé como parálisis cerebral infantil, retrasos en el desarrollo, que pueden repercutir en el lenguaje, el pensamiento o el movimiento, o que resulten afectadas la audición o la vista.