Se acercan los días más mágicos para cientos de miles de niños y niñas. Las mañanas del 25 de diciembre o la del 6 de enero (o ambas, en algunos casos) representan un momento emocionante, en el que los peques abren los regalos que Papá Noel o Sus Majestades de Oriente han dejado para ellos bajo el árbol, en su habitación, en el salón… Pero a esa emoción contenida durante toda una noche en la que les cuesta conciliar el sueño les puede seguir la decepción de no encontrar lo que habían pedido en su carta o de que no haya llegado a su casa, pero sí a la de su mejor amigo/a, su compañero/a de clase o su vecino/a. ¿Cómo gestionar, como padres y madres, esa posible envidia o decepción?
Mercedes Escalante Rodríguez, psicóloga especialista en niños y adolescentes y parte del equipo que trabaja en el centro Serenamente, en Madrid, nos da algunas pautas para abordar ambos escenarios. “Estamos ante dos planos de realidad: el de los niños que aún tienen pensamiento mágico y los que han abandonado el pensamiento mágico y aplican la lógica”.
Como nos dice la experta, la edad promedio en la que se abraza la lógica suelen ser los 8 años, pero hay niños que a los 10 años todavía no saben nada. Normalmente, la magia de la Navidad cede el paso al pensamiento lógico entre los 7 y los 8 años de media; en todo caso, es una cuestión del proceso madurativo de cada niño. Precisamente al respecto de esos padres que prefieren alargar hasta casi lo imposible el momento “de la verdad”, explica: “Es bueno que, llegada una edad, lo sepan. La ilusión no se pierde, contra lo que muchos creen”. Recomienda no alargarlo, en términos generales, más allá de los 10 años.
Sabido esto, vamos a dividir a los niños en niños pequeños y niños mayores, por encima de los 8-10 años. “Cuando no es posible acceder a un juguete que desean por motivos económicos es una cuestión difícil de gestionar en los más pequeños, que replican que se lo piden a los Reyes o a Papá Noel porque es gratis. En una situación así, recomiendo explicarles que esa noche, Sus Majestades o Santa tienen que repartir muchos regalos entre muchos niños, y que, como saben que él o ella ya tienen otros juegos y muchos amigos y familia con los que disfrutar, han dado prioridad a casas en las que había menos”.
¿Y si son mayores, es decir, ya cuentan con el pensamiento lógico y conocen el verdadero mecanismo de estas fiestas? “Podemos explicarles que había que adquirir más regalos para más personas, y que el presupuesto es limitado”. A este respecto, Mercedes Escalante indica: “Es importante, haya o no dificultades económicas, establecer un tope: dos, tres regalos a lo sumo. Luego se oyen muchísimas quejas de que los niños tienen demasiados juguetes, y lo cierto es que recibiendo muchos regalos ni siquiera van a tener tiempo de disfrutarlos”.
Si el problema es que los padres no encuentran ese regalo por falta de stock y era realmente lo que más deseaban, lo mejor es explicárselo, en especial a los más mayores. “Les contamos que se había agotado en las tiendas; incluso, si no vemos factible sustituirlo por otra cosa que les haga la misma ilusión, recomiendo que tengan un detallito pequeño que compense la falta, y hacerles un vale para adquirir ese juguete o regalo tan pronto como vuelva a las tiendas”.
Tras la alegría de los regalos, toca salir a la calle con ellos… y puede suceder que encuentren que otros niños o niñas sí tengan lo que ellos habían pedido.
De nuevo, la experta vuelve a diversificar la respuesta en función de si el niño tiene o no pensamiento mágico. “Para los que aún no saben nada, debemos insistir en el concepto de que reyes y Papá Noel tienen una sola noche para llegar a tiempo a todas las casas con todos los regalos. Decirles, por ejemplo, que este año le ha tocado a su amigo, pero que en otra ocasión les tocará a ellos”. ¿Y para los mayores? “Les podemos explicar que en nuestra casa hay diferentes reglas a las que rigen en casa de su amigo”, y añade: “Porque algo importantísimo es enseñarles a valorar las cosas, y pedir tantas es contraproducente. Es realmente aconsejable reducir el número de regalos y hacérselo saber desde que los piden, para darle a lo que les regalan el valor que merece”.
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