El fin de la lactancia materna suele ser un momento complicado en la vida de cualquier madre y su bebé. Se habla mucho últimamente del destete respetuoso, en el que es el hijo el que va encontrando, a su ritmo, el momento de decir adiós a la actividad que más placer le ha proporcionado desde su nacimiento, además de alimento, seguridad, vínculo y consuelo: el pecho de su madre.
Pero no siempre podemos dejar que este momento llegue de manera natural, y son otros factores los que condicionan el fin de la lactancia, como la reincorporación al trabajo, el agotamiento (totalmente lícito), o una enfermedad, por poner algunos ejemplos.
Si para ti ha llegado el momento, sea por la razón que sea, es lógico que sientas muchas inquietudes y que te preguntes cuál es la forma correcta de hacerlo para que tu bebé no sufra (y tú tampoco).
Antes de iniciar el destete es importante que tengas clara la decisión que has tomado, porque tu hijo va a seguir queriendo que le des el pecho en muchas situaciones, no solo para comer, y tienes que poder mantenerte fuerte y ser constante. Por supuesto, y al tiempo que tomas la decisión, has de abandonar cualquier sentimiento de culpa. La culpa, por infinidad de motivos, es una de las sensaciones más frecuentes que vas a experimentar como madre en infinidad de momentos y por diferentes razones, y cuanto antes aprendas a dejarla a un lado, mejor.
El proceso de destete va a ser diferente dependiendo de la edad que tenga nuestro hijo, siendo más fácil en un bebé de pocos meses sustituir la lactancia por un biberón de fórmula, que en un niño de dos años con el que ya tengas que negociar. En cualquier caso, es importante que le comuniques, sea cual sea su edad, la decisión que has tomado, porque, al fin y al cabo, tanto la lactancia como el fin de la misma es cosa de dos. Eso sí, en la medida de lo posible, procura evitar iniciarla en momentos que puedan suponer un estrés para ti o para tu hijo, como una mudanza, el comienzo de la guardería o la llegada de un hermano.
A menos que sea por una razón inesperada y de fuerza mayor que te obligue a abandonar la lactancia de un día para otro, se trata de un proceso que conlleva un tiempo determinado, que nunca es el mismo para todos los bebés. Intercala determinadas tomas de pecho que hasta ahora le dabas por otras de biberón y ve aumentando estas de manera progresiva. Así, cuando dejes de darle el pecho no le resultará un cambio brusco.
Otra posibilidad es dejar de ofrecerle el pecho, pero no negárselo cuando lo pida. Parece que así no se avanza mucho pero es una buena forma de empezar, porque descubrirás todas las situaciones en las que eres tú (y con todo el derecho del mundo) la que le ofrece el pecho para calmarle, dormirle, etc. Si esperas a que él lo pida ya estarás reduciendo el número de tomas diarias.
También puedes acotar, si tu hijo ya es mayor, el lugar donde le vas a dar el pecho y la duración de la toma. Es decir, no dárselo ya en la calle, sino solo en su habitación o en el salón, y durante un máximo de 15 minutos. Así no renunciará a ello de golpe, pero también verá que no puede ser dónde y cuándo quiera.
Nadie conoce a tu hijo mejor que tú, por eso seguro que no tienes mucha dificultad a la hora de anticipar los momentos en los que te va a querer engancharse al pecho. Si es hora de comer, tiene mucho sueño o está comenzando a aburrirse es muy probable que quiera consolarse contigo. Por eso darle de comer a sus horas, ayudarle a parar o a descansar si tiene sueño y ofrecerle actividades que le distraigan pueden apartarle de la idea de acudir al pecho como única salida a sus necesidades.
El vínculo que se establece entre una madre y su hijo a través de la lactancia va más allá de lo alimenticio. Es un acto de amor entre los dos que debe suplirse con todo tipo de muestras de cariño y afecto. Haz que se sienta querido con tus mimos, para que el destete no suponga para él un momento de abandono o le haga sentir desamparado. Seguro que tú sabes hacerle sentir que no es necesario el pecho para que cuente con tu calor y protección.
Pero tal y como decimos, la lactancia también es, y con mucho peso, una vía de alimentación. De hecho, la única durante los primeros meses de vida. Aquellas tomas que se correspondan con su alimento tienes que sustituirlas por lo que corresponda en cada momento: biberón, un vaso de leche, comida… Si tiene hambre y aún no has iniciado el destete no pensará en otra cosa que en una toma que le sacie, por eso es muy importante que tengas preparado con qué vas a sustituir esa ingesta en cada momento.
La lactancia es un asunto tuyo en el que el padre tiene poco que hacer, pero esto cambia radicalmente cuando llega el destete. El bebé no asocia el pecho a la figura masculina, y es de gran ayuda para disuadirle de que tú eres lo único que necesita para calmar sus necesidades. Por ejemplo, puede encargarse de dormir al bebé, ya que las tomas nocturnas son las más difíciles de eliminar, y que no seas tú la que esté con él en ese momento acelerará el proceso.