La primavera ha llegado, sol, temperaturas más cálidas, ropa con colores más vivos y paseos por el parque en familia. La época favorita para muchos por el buen tiempo que hace, sin los excesos de calor del verano, puede que para algunos no sea tan preciada por una única razón: las alergias. Los meses primaverales traen el florecimiento del campo y, como consecuencia, un aumento en los síntomas de las alergias a los distintos tipos de polen. Como madre, es normal que te preocupe la llegada de estos meses por si tu hijo presenta los síntomas, pues según datos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), establece que cada año aumenta un 2% el número de niños con alergias en España, siendo los distintos tipos de polen, como las gramíneas, uno de los más frecuentes.
Lo primero, para los despistados, es saber qué son las gramíneas. Seguramente por el nombre no te sean familiares, pero son todos esos cultivos en forma de espiga que también pueden nacer de forma salvaje. Cereales, como el trigo o la cebada, son gramíneas, y entre los meses de abril y junio es cuando más concentración en el aire de ellas se puede apreciar, aunque la situación meteorológica en los meses más fríos puede hacer que su florecimiento se adelante a marzo o incluso se extienda hasta agosto. La gran cantidad de polen que producen estas plantas hace que los núcleos urbanos más próximos sea donde más puede afectar a la población alérgica, aunque no se debe bajar la guardia pues, gracias al viento, el polen es capaz de viajar varios kilómetros.
Hoy en día gran parte de la población es alérgica al polen, ya la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) avisa que tan solo en España hay ocho millones de personas diagnosticadas alérgicas al polen, señalando que siete lo son a las gramíneas, el tipo de polen más frecuente en nuestro país. Se podría decir que es rara la familia en la que uno de sus miembros no es alérgico a este polen, ya que en la última década se ha duplicado el número de alérgicos a las gramíneas, pasando de un 35% a un 74%.
En muchas ocasiones los síntomas de la alergia pueden ser confundidos con los de un resfriado o una gripe, por eso es importante para los padres saber diferenciarlos. Rinitis y goteo nasal, picor en el paladar y la nariz, enrojecimiento o lagrimeo ocular son solo algunas de las manifestaciones que se pueden desencadenar, que en la mayoría de casos aparecen rápidamente. Mientras, en un resfriado o una gripe hay un factor diferenciador muy grande, que es la aparición de fiebre. Luego puede haber malestar general en el cuerpo, la mucosidad suele ser más densa y la aparición de los síntomas es mucho más lenta.
Saber diferenciarlos es importante para acudir al médico y así, si lo ve necesario, remita al niño al alergólogo para que analice el nivel de alergia que puede tener y a qué.
A pesar de que las sospechas sobre los síntomas pueden clarificar la alergia, lo más seguro y rápido es hacer una prueba cutánea. Dependiendo de la reacción de la piel se puede adivinar a qué se tiene alergia y la gravedad de esta, para así poder establecer un tratamiento correcto que mengue los síntomas.
Además de los tratamientos médicos, la prevención también es importante para evitar cuadros graves de alergia en los meses primaverales. Para ello, debes evitar las salidas con los niños al campo o a lugares en los que haya mucha vegetación en las horas centrales del día, que es cuando más polen se concentra en el aire. En casa, intenta abrir ventanas a primera hora o por la noche, cuando el nivel de gramíneas es más bajo, y si quieres puedes incorporar un purificador de aire que limpie constantemente el ambiente del hogar.
En lo referente al tratamiento médico, la Asociación Española de Pediatría (AEPED) distingue dos vías. La primera es a través de una medicación que disminuya los síntomas cuando se tienen episodios alérgicos. La otra opción es una vacuna, que desde la SEAIC ven como la fórmula más acertada para el control de la patología y el evitar su desarrollo. Aunque las alergias infantiles pueden desencadenarse desde los tres años, lo normal es que el tratamiento con la vacuna comience a partir de los cinco, si el especialista así lo considera.
Cada vez son más los niños que presentan algún tipo de alergia, por lo que no debes alarmarte si tu hijo es diagnosticado con una, como a las gramíneas, de las más frecuentes. Con un buen tratamiento bajo la supervisión de un especialista y tomando algunas precauciones en primavera, tu hijo podrá seguir haciendo una vida normal con el resto de sus amigos.