Seguir una buena alimentación, que ayude al bebé a crecer sano, es una de las principales preocupaciones de las madres durante el embarazo y la lactancia. En ambos casos, las recomendaciones de los expertos son claras: no se debe hacer ningún tipo de dieta para adelgazar, y se debe buscar una alimentación lo más variada y saludable que sea posible. Es decir, no existe una restricción concreta de alimentos. Más bien, se insiste en aquellos que aportan una buena cantidad de nutrientes a la madre para que, a través de ella, lleguen al bebé.
Más allá de que te concedas algún capricho, todo apunta a que durante la lactancia no deben faltar en tu dieta, al igual que en cualquier otro momento de la vida, las frutas y verduras, las legumbres, los cereales integrales, pescados de todo tipo y carnes magras (como la pollo y pavo).
Además, se recomienda evitar los azúcares añadidos, los alimentos ultraprocesados o el exceso de sal en las comidas. Pero, en cualquier caso, no hay una prohibición como tal. Lo que ocurre es que se trata de alimentos que aportan pocos nutrientes y, cambio, tienen grasas y azúcares en exceso. Por eso la recomendación es, en cualquier momento de la vida, consumirlos lo menos posible.
La lactancia está rodeada de mitos, y muchos de ellos están relacionados con la alimentación de la madre durante esta etapa. Es cierto que lo que ella coma va a afectar al sabor de la leche, pero eso no tiene por qué ser negativo. Es más, cuanto más variada sea la alimentación, más sabores diferentes probará el bebé lactante y menos le costará habituarse a ellos cuando comience con la alimentación complementaria.
Alimentos como el ajo o los cítricos pueden resultar algo fuertes, sobre todo en grandes cantidades, pero esto no supone, ni mucho menos, un riesgo para el bebé. Si notas que tu hijo rechaza la leche cuando tomas algún alimento en concreto, solo tienes que retirarlo un tiempo de tu dieta y probar a introducirlo más adelante.
Más que hablar de alimentos prohibidos, lo más adecuado sería hablar de sustancias que no son recomendables y que hay que moderar al máximo el consumo. De hecho, son las mismas de las que deberías prescindir durante el embarazo, aunque hay variaciones con la lactancia, y son las que te enumeramos a continuación.
La cafeína, al igual que la teína, al pasar a la leche y ser tomada por el bebé puede afectarle y ponerle nervioso, ya que su organismo no la recibe de la misma manera que el tuyo. Limita tu consumo de café, té y otras bebidas que contengan cafeína o teína. Con una taza al día sería más que suficiente y, a ser posible, espera un rato antes de darle el pecho al bebé.
El consumo de alcohol está completamente prohibido durante el embarazo y los 4 primeros meses de lactancia, que debe ser a demanda. Cuando las tomas comienzan a espaciarse y pasan unas 3 o 4 horas entre una y otra. Aprovecha para tomar una copa de vino o una cerveza justo al terminar la toma, de manera que tu organismo pueda eliminar el alcohol antes de la siguiente.
Todos nuestros hábitos son importantes, y fumar afecta negativamente a la cantidad y la calidad de la leche materna. Además, se debe evitar practicar el colecho si la madre o el padre son fumadores, ya que aumenta el riesgo de muerte súbita.