Pronto se cumplirá un mes desde que Ariadne Artiles diese a luz a sus "guerreras". María y Julieta, sus dos gemelas, se ganaron el título después de un parto que "no fue fácil" y que hizo que las recién nacidas tuviesen que quedarse en el hospital más tiempo de la cuenta. Días más tarde supimos que una serie de complicaciones obligaron a la top model a tener a sus hijas, con las que ha formado familia numerosa tres años después del nacimiento de Ari, la mayor, por cesárea. Y ayer, consciente de que "algunos aún se atreven a decir que dar a luz mediante una cesárea no es parir a un hijo", ha querido reivindicarlo.
Aunque no niega que sintió "pena" cuando se enteró de que no podría parir a sus dos hijas de forma natural, como tenía previsto, la canaria ha asumido que no tardó en entender que "no siempre se puede elegir". Para ella, que sus gemelas estuviesen sanas ya era "un tremendo milagro" que le había concedido la vida, más teniendo en cuenta la situación mundial que atravesamos con la pandemia. Este era "solo el principio del gran aprendizaje que nos esperaba", tanto a ella como a José María García Fraile, su pareja y padre de sus tres hijas.
Desde que se convirtió en una it mom a través de @lavidamadre, un perfil de Instagram en el que conciencia sobre la maternidad, Ariadne Artiles siempre ha tachado de tóxica esa idealización que tenemos con el parto. Con su primera experiencia, que tuvo lugar el 31 de diciembre de 2017, la prescriptora de moda y belleza pudo tener a Ari de forma natural después de un parto que duró tres días.
"Con María y Julieta ha sido imposible por motivos médicos como la placenta previa oclusa, una placenta pegada al útero". Una cesárea "de mucho riesgo para las tres" de la que salieron con éxito gracias a la labor de su equipo médico.
La modelo llegó al día del parto tranquila. Le habían asegurado que podría hacer el piel con piel "si todo salía bien" y que la cesárea no sería muy distinta a un parto natural. "En la práctica, cuando nacieron las niñas no conseguí más que unos minutos con ellas encima haciendo piel con piel porque enseguida me fui a desmayar debido a que estaba perdiendo tres litros de sangre y no podía abrir los ojos", ha contado a través de sus redes. "Me asusté y pedí que las cogieran rápido".
El único recuerdo que tiene de aquel momento fue preguntarle al doctor que la asistió en el parto si habían conseguido salvar el útero. "Aún me preocupaba si podría o no tener más hijos", ha confesado. "Obviamente estaba perdiendo mucha sangre y no sabia lo que decía". Por suerte, todo salió bien y, aunque el primer día de vida de María y Julieta lo pasó postrada en una cama, separada de ella, aceptó que lo sucedido "había sido un milagro".
"Os cuento esto para que no nos hagamos demasiadas expectativas, no nos juzguemos, vivamos el momento. No todas las cesárea son malas ni todos los partos son buenos, cada experiencia es única y será solo nuestra", ha recordado basándose en su propia experiencia.