No hay palabras que puedan explicar lo que supone la pérdida de un bebé. Cuando esto ocurre y se produce un nuevo embarazo, al niño que viene en camino se le conoce cono “bebé arcoiris”. Se les llama así porque son la luz y el color que aparece tras la tormenta que vive la madre que ha perdido a su bebé, por eso los bebés arcoiris son la forma en la que a veces la vida nos muestra cómo se puede superar el dolor y el miedo a que se repita a través del amor y la llegada de un nuevo ser a nuestro mundo.
Unos padres que han perdido un hijo ya han experimentado en su propia piel que a veces las estadísticas se cumplen en nosotros, y son más conscientes del riesgo real que puede implicar un embarazo. Al haber experimentado ese dolor, los padres de un bebé arcoiris le pierden miedo a embarcarse de nuevo en tener otro hijo, porque ya les ha pasado lo peor que les podía pasar.
Ahora los miedos que aparecen son otros, como permitirse crear un vínculo con el bebé que está en camino, porque el miedo a la pérdida está demasiado presente. Los padres se encuentran con el conflicto que supone el deseo de hablarle y dejarse sentir por esa nueva vida que está en camino, de imaginar cómo será y proyectar un futuro, sabiendo a la vez que existe una posibilidad, por pequeña que sea, de que eso futuro no llegue a producirse nunca.
Por otro lado, existe también el miedo a que el nuevo embarazo borre de la memoria al bebé que se perdió, porque es algo que no quieren que ocurra. El deseo es que desaparezca el dolor, pero que el amor permanezca.
El consejo más importante para unos padres que han perdido un hijo es saber esperar el tiempo necesario antes de que haya un nuevo embarazo. Ese tiempo es el del duelo, imprescindible para asumir y aceptar la pérdida, además de permitir que la madre se recupere físicamente y esté en perfectas condiciones para afrontar una nueva gestación. Si ese tiempo de espera se cumple, se reducen la ansiedad y los posibles miedos que pueda traer el siguiente embarazo.
Ya hemos dicho que uno de los principales miedos de los padres es crear un vínculo con el nuevo bebé, pero es importante que lo hagan desde el primer día. Si no se sienten capaces, algo completamente lógico, pueden buscar ayuda profesional. Un embarazo merece ser vivido con plenitud, y los padres se merecen darle toda la importancia que tiene a esa nueva vida que está en camino.
Y en lo referente a un posible sentimiento de culpa, porque sientan que la llegada de un nuevo bebé puede tapar el lugar que ocupó el anterior, han de poder llegar a entender que ningún hijo le quita el sitio que le corresponde a otro. De nuevo, si este sentimiento está demasiado presente, no deben dudar en contar con la ayuda psicológica especializada que les permita vivir el embarazo y la llegada del nuevo bebé sin cargas emocionales de ningún tipo.
Cuando tenemos cerca a unos padres que han perdido a su bebé y afrontan un nuevo embarazo hemos de ser muy cuidadosos con nuestras palabras. Nuestra función será acompañar, pero siempre desde el máximo respeto. Para conseguirlo es muy importante saber que la tormenta en la que se encuentran unos padres que han perdido un hijo no desaparece jamás. Del mismo modo que, como hemos dicho, la llegada de un nuevo hijo no tapa ni suplanta la pérdida del anterior.
Por eso la mejor manera de acompañar es saber que nunca un nuevo embarazo le sirve a esa pareja para olvidar, ya que no es posible, sino para continuar con su vida y cumplir su deseo de ser padres, por lo que cada hijo, el que perdieron y el que está por venir, ocupa su lugar correspondiente en su corazón y así deben ser tratados.
Es evidente que el nuevo bebé que llega al mundo conocerá, cuando esté preparado, que hubo otro antes de él pero que ya no está con ellos. Para ese nuevo hijo es fundamental no adquirir una carga que no le corresponde, y debe tener claro que no llegó a este mundo para sustituir la pérdida de su hermano, porque esa es una responsabilidad que ningún niño debe asumir.
Por otro lado, es posible que el miedo a que se repita la pérdida nos lleve a la sobreportección de ese bebé, procurando evitarle cualquier molestia o sufrimiento que nos pueda parecer innecesario, tanto cuando son bebés como cuando se hacen mayores. Pero es importante entender que la vida está para vivirla, con lo bueno y con lo malo, y que solo permitiéndolo (siempre desde el cuidado, por supuesto) estaremos dándole a nuestro hijo las herramientas que necesita para ser feliz, autónomo y capaz de afrontar el mundo que le rodea.