Se considera que un bebé es prematuro cuando nace antes de que el embarazo haya llegado a término, algo que ocurre en la semana 37 de gestación. Existen diferentes factores que influyen para que un bebé nazca antes de lo previsto, como la edad de la madre (si tiene más de 35 años) o si se trata de un embarazo múltiple, algo que aumenta también las posibilidades.
En cualquier caso son motivos que normalmente son imprevisibles, pero lo que sí es un hecho es que nacer de manera prematura conlleva un factor de riesgo para el bebé, ya que está asociado a diferentes problemas de salud, unos que se pueden detectar al nacer. Otras complicaciones, en cambio, pueden darse con el tiempo. Con todo, por muy pronto que haya llegado un bebé al mundo, siempre que alcance 1 kilo de peso lo tendrá todo a su favor para salir adelante.
Aun así, es inevitable que un bebé prematuro permanezca hospitalizado hasta que reúna las condiciones necesarias para recibir el alta e ir a casa con sus padres, algo que no suele ocurrir hasta que el bebé alcanza una edad gestacional de embarazo a término (entre las semanas 37 y 40). Para entonces lo esperable que pese alrededor de dos kilos, pueda respirar por sí mismo sin complicaciones y regule su temperatura corporal correctamente. En cualquier caso, recibir el alta hospitalaria va a depender de que, además, de estos requisitos, no exista ninguna patología grave consecuencia de que el bebé sea prematuro.
Aunque un bebé prematuro tenga las mismas posibilidades de desarrollo que uno nacido a término, va a necesitar una serie de atenciones y cuidados específicos en el hogar, una vez abandonado el hospital, sobre todo durante el primer año de vida. Por eso, además de recibir un estrecho seguimiento médico, las atenciones por parte de los padres han de estar orientadas a atender las necesidades particulares de su bebé. Te contamos cuáles son los principales cuidados que hay tener con un bebé prematuro.
Los bebés prematuros son especialmente sensibles a todo tipo de virus y bacterias, por lo que hay que asegurar una buena higiene para ellos y para quienes les rodean. Su habitación y el resto de estancias de la casa en las que vaya a estar han de estar muy limpias. Los padres y toda aquel que vaya a estar en contacto con él debe lavarse las manos correctamente antes de cogerle en brazos o manipularle. El pañal, aunque no se haya ensuciado, debe cambiarse cada 3 horas para asegurar que el bebé está limpio.
Los bebés prematuros presentan dificultades para regular su temperatura corporal. Por un lado tienen menos grasa en el cuerpo, por lo que no deben estar expuestos a bajas temperaturas. Hay que mantenerles abrigados, pero no en exceso, porque para ellos disminuir la temperatura corporal también supone un esfuerzo. En cuanto a la temperatura de la casa, lo ideal es que no sea inferior a 21º, ni supere los 24º.
Siempre que haya sido posible establecerla, la lactancia materna va a ser la mejor opción para alimentar a un bebé prematuro, porque le será de gran ayuda para fortalecer su sistema inmunitario. En ocasiones no pueden mamar directamente, pero se les puede administrar la leche a través de una sonda de alimentación. Para asegurar su crecimiento y que ganen el peso que necesitan lo más probable es que el médico les prescriba suplementos vitamínicos. En cuanto a la cantidad de tomas, los bebés prematuros necesitan alimentarse con mucha frecuencia, pudiendo llegar a las diez tomas al día.
Calendario de vacunaciónLa recomendación de los especialistas es que los bebés prematuros comiencen a vacunarse según su edad gestacional y no de nacimiento. Cuando ha habido complicaciones graves de salud, sobre todo de tipo respiratorio, se administra la vacuna de la gripe a partir de los seis meses. Además, se recomienda que los padres y las personas que convivan con el bebé también se vacunen contra la gripe.
Si un bebé nacido a término puede llegar a dormir hasta 18 horas al día, los prematuros pueden dormir incluso más. Es fundamental asegurarles un buen descanso para garantizar su correcto desarrollo, aunque puede que, en un primer momento, el silencio y la tranquilidad del hogar no les sea familiar tras haber pasado semanas en el hospital. En lugar de dejar su habitación a oscuras, prueba a dejar una luz tenue y algún sonido suave de fondo si ves que le cuesta dormir.
Aunque las personas cercanas a vuestro entorno estén deseando conocer al bebé, es muy importante dosificar las visitas y mantener ciertas pautas que garanticen el bienestar del niño. Evitad en la medida de lo posible que lo manipulen o lo cojan en brazos, y si lo hacen que sea tras haberse lavado bien las manos. Y, por supuesto, quedan prohibidas las visitas de aquellos que hayan padecido recientemente cualquier tipo de enfermedad de tipo infeccioso.
En cuanto a las salidas a la calle, si el clima lo permite no hay ningún inconveniente en salir a la calle, siempre que no le llevemos a sitios muy concurridos, donde aumenta el riesgo de contraer algún tipo de infección.