Cuando tenemos un bebé nos damos cuenta que lo que más le calma y le hace sentir bien es tener a sus padres cerca. El calor humano, ese del que ha disfrutado tanto durante esos nueve meses, vuelve en forma de ‘piel con piel’. Por eso, el porteo se ha convertido en la manera ideal para transportar a nuestros pequeños y que se sientan más cómodos; una sensación que, en la mayoría de ocasiones, no le proporciona el carrito. Los sistemas de porteo para los bebés son diversos y pueden diferenciarse en dos tipos; el foulard y las mochilas. La posición en la que van los pequeños se conoce como ‘la postura de la ranita’, que se consigue con el culito del bebé al nivel de nuestro ombligo y su cabeza debajo de nuestra barbilla, sin que llegue a tocarnos del todo.
“El porteo es útil para llevar al bebé de una forma cómoda y ergonómica para él, pero también para los progenitores. En el caso de los padres/madres permite sentir al bebé cerca en todo momento, por lo que es más rápido notar cualquier cosa que le afecte, y libera las manos de los padres/madres teniendo mayor capacidad de realizar otras actividades mientras estamos con el bebé. Es fundamental para evitar la plagiocefalia o ‘cabeza plana’, provocada por un exceso de tiempo tumbados bocarriba en la silla, cuna o hamaca. Estas deformidades craneales luego son complicadas de revertir”, explica José Luis Luján, Fisioterapeuta en Fisioterapialujan.es. Por tanto, el porteo, de forma correcta, solamente nos puede proporcionar -tanto al bebé como a los padres- una infinidad de beneficios.
Lo primero será que el bebé llorará menos, ya que estarán más tranquilos. También, duermen mejor, ya que se ha demostrado que los bebés con los que se ha usado el método canguro aumentarán más rápido de peso y, además, su sueño será más profundo. Asimismo, debido al balanceo, los pequeños tendrán un mejor equilibrio y un mejor control postural. El porteo también hará que los cólicos disminuyan, lo que beneficiará su sistema digestivo. Además, gracias a este mecanismo, el pequeño podrá integrarse mejor en el ambiente y será más sociable.
Todos estos puntos los corrobora el especialista José Luis Luján que, además, añade: “Bajo mi experiencia tanto profesional como de padre de dos hijos, el porteo es beneficioso para el bebé siempre y cuando éste se realice con una mochila o pañuelo ergonómicamente aptos. Siendo así, cuando porteamos a nuestro bebé de cara a nosotros, le proporcionamos relajación y tranquilidad; nota nuestro latido y es muy normal que se duerma mientras lo llevamos. Cuando el bebé tiene la posibilidad de ir mirando hacia el exterior recibe una estimulación a nivel de la musculatura de columna (a todos los niveles, cervical incluida) que va a permitir que pueda quemar etapas en su aprendizaje psicomotriz más rápidamente”.
Además, “la estimulación visual es muy superior a cuando van sentados en una sillita de paseo, y ahí entra en conjunción con la coordinación ojo-mano tan necesaria a estas edades”. Y, apunta: “Como anécdota, comentar que cada vez que iba a una juguetería con cualquiera de mis hijos en la mochila, éstos no paraban de intentar coger cualquier cosa que veían y que les llamaba la atención, mientras que desde la silla su reacción era prácticamente nula. Aún así, el beneficio más importante, a riesgo de ser reiterativo, es el de prevenir la plagiocefalia”. Y no solo el porteo tendrá beneficios para los niños, sino también para sus padres. Los lazos entre ambos se estrecharán, le aportará seguridad, beneficiará la lactancia materna y tonificará los músculos de la espalda.
Por eso, si después de leer todas sus ventajas, te has decidido a comenzar en el mundo del porteo, deberás saber algunos puntos clave. Lo más importante será saber cuándo se debe empezar. “Hay un poco de controversia en este aspecto: desde el nacimiento, si el bebé pesa más de 3,5 kgs y mide más de 55 ctms podemos llevarlo de cara a nosotros, aunque con un accesorio especial que reduzca el ángulo de apertura de sus caderas. A partir de los 3 meses, este tipo de accesorio no sería necesario. A partir de los 5 ó 6 meses ya podríamos portarlo mirando hacia el exterior como norma general. Pero no todos los bebés desarrollan igual, y si el nuestro es capaz de mantener levantada la cabeza cuando le ponemos bocabajo, entonces no habría problema en llevarle mirando hacia el exterior antes de los 5-6 meses”, explica a Divinity.es, José Luis Luján, Fisioterapeuta en Fisioterapialujan.es. Eso sí, lo ideal será alternar, y, cuando veamos que el bebé está más activo, ponerle de cara al exterior. “Si se duerme, es fundamental que vaya de cara a nosotros para evitar problemas cervicales”, aclara el especialista.
Lo mejor será, antes de introducirse en este mundillo, saber cuáles son los errores más frecuentes e intentar no caer en ellos. “Los más típicos son llevar al bebé en una mochila que no respete la ergonomía, o en un pañuelo mal colocado. La ventaja de una mochila de calidad es que se evita en la mayoría de las ocasiones este tipo de errores. También es muy típico dejar al bebé dormido mientras va mirando al exterior; es necesario cambiarle de postura para evitar que pueda sufrir rigidez en el cuello. En el caso de los padres, una mochila o pañuelo mal ajustados puede acabar por provocarnos fuertes dolores de espalda”, comenta el fisioterapeuta, a este portal. También, tendremos que estar seguros de que nuestro bebé va cómodo: “Cuando va mirando hacia nosotros, el bebé se va a relajar y se va a dormir rápidamente. En el caso de ir mirando al exterior, le vamos a ver activo, queriendo ver todo lo que ocurre a su alrededor y moviendo las manos. Si notamos que el bebé empieza a mover mucho las piernas, intenta mover el culete, gruñe o llora, sabremos que está incómodo (aunque no siempre necesariamente por el hecho de llevarle portado)”.
También, otro aspecto en el que podremos dudar es qué tipo de elemento de porteo es mejor, si el foulard o la mochilita. Lo primero será que tengas en cuenta tu comodidad y la del bebé, para, así, tomar la decisión correcta. “Lo fundamental es que la calidad de los materiales sea la máxima, y no conviene escatimar para evitar males mayores. Tanto la mochila como el pañuelo deben estar especialmente diseñados y confeccionados para tal uso”, cuenta José Luis Luján, a esta web. “Como fisioterapeuta, mi opinión es que la mochila es la mejor opción. Con ella me aseguro de que ergonómicamente mi bebé tiene una posición correcta, el ángulo de las caderas es el adecuado y la sujeción a la espalda es la idónea. La mayoría suelen llevar un ajuste para la cabeza mientras van de cara a nosotros, la cual considero fundamental. Además, por el sistema de correas que llevan es fácilmente ajustable e intercambiable entre padres/madres”, añade el especialista.
Respecto al pañuelo, José Luis Luján explica que este tiene que estar perfectamente tejido para realizar su función y que debería realizarse “con un entrenamiento previo”. “Aunque me gustaría puntualizar que, en el caso del pañuelo, es recomendable que cada padre/madre tenga el suyo propio adecuado a su estatura y corporalidad, que hagan los nudos adaptados a cada uno y que no lo intercambien, precisamente para evitar una mala sujeción del bebé debido a un ajuste inadecuado”, apostilla el especialista.