El comportamiento de los hijos puede ser impredecible y, en ocasiones, pueden faltarnos al respeto y ocasionar situaciones límite. Conseguir resolver el conflicto, en lugar de complicarlo, no siempre es sencillo. Para ello es necesario contar con las herramientas adecuadas como padres, porque la intuición a veces no es suficiente.
En primer lugar, debemos entender que las faltas de respeto no significan que estemos fracasando como padres. Los niños no saben siempre identificar los límites, y su comportamiento puede obedecer a impulsos que no pueden controlar y que les llevan a actuar de manera equivocada.
Nuestro objetivo ha de ser ayudarles a tener el control por sí mismos, entendiendo que hay otras formas de mostrar malestar o desacuerdo. Y hacerlo siempre desde la empatía y el ejemplo, es decir, sin faltarles nunca al respeto. Sabemos que, en el calor del momento, puede resultar complicado, pero te aconsejamos que respires hondo y actúes desde la calma. Aquí tienes unos consejos que podrán ayudarte a resolver las faltas de respeto de tu hijo de la mejor manera posible.
En el momento en el que tu hijo inicie un comportamiento que sea irrespetuoso tienes que hacérselo saber. Sin entrar tú en su mismo código, pero con firmeza, explícale que sus formas no son las adecuadas y que no las vas a permitir en casa. Además, puedes indicarle cómo podría haber dicho lo mismo pero de una manera mejor.
Hacer oídos sordos ante una falta de respeto no es un mensaje claro. El niño está demandando atención de una forma incorrecta, e ignorarle no hace más que agravar su demanda. Lo que está pidiendo son límites, y es el momento de ponerlos para evitar que la situación se repita en un futuro.
Si por su edad y madurez es capaz de detectar un comportamiento irrespetuoso, debe saber que estos tienen consecuencias. Y en ese caso, debes ser coherente y aplicarlas cuando sea necesario. Su reacción no tiene por qué ser buena, pero lo importante es que le estás enseñando a comportarse, dentro de casa y fuera de ella.
Somos el mayor ejemplo en la vida para nuestros hijos, sobre todo cuando están creciendo y conformando su carácter y forma de comportarse. Por eso no debes faltarle nunca al respeto, ni siquiera cuando ellos lo hagan. Los gritos y las malas maneras solo harán que empeorar la situación. Es más, actuar de forma respetuosa cuando ellos no lo hacen es una de las mejores formas de demostrar que no es necesario perder las formas para resolver cualquier tipo de conflicto.
No es necesario esperar a que llegue la tormenta para enseñarle lo que está bien y lo que no. En ocasiones se nos olvida reforzar el buen comportamiento, y ponemos el foco de atención en el que no lo es. Aprecia los momentos en los que tu hijo tiene una actitud claramente respetuosa, y házselo saber. De esta forma se sentirá motivado a no perder las formas, y encontrará en el respeto una forma positiva de comunicarse.
Los niños en ocasiones se sienten en desventaja ante la capacidad de decidir de los adultos, y cuando estos no cumplen sus promesas, provocan en los pequeños enfado y frustración. Y esto, como bien sabes, puede acabar en una forma inadecuada de expresarse. Mantén la coherencia al máximo entre lo que dices y lo que haces, cumple aquello que les hayas prometido, y ten un buen nivel de comunicación con ellos que les haga ver que estás a su lado, y que te importa y preocupa cómo se sienten.