No podemos controlar por completo las cosas que nos pasan en la vida, pero sí tenemos la capacidad de afrontarlas con una actitud positiva. Esta predisposición a que la visión positiva predomine sobre la negativa se adquiere, sobre todo, de manera inconsciente en la infancia, y hace que nuestro paso por la vida sea mejor, más alegre y que podamos resolver de manera más eficaz los contratiempos que nos surjan.
Nuestra misión es ayudar a nuestros hijos a que desarrollen esa actitud positiva, y que sean capaces de mirar la vida con ese filtro que les ayudará a ser más resolutivos y felices. ¿Y cómo hacerlo? Puedes empezar desde hoy mismo con sencillos gestos que, además de servirles a ellos, harán que tú también puedas ver las cosas de otra manera y, al final, todos salgáis beneficiados de ello. Toma nota de estos consejos que te contamos aquí y comienza a poner una sonrisa en la mirada de tus hijos (y en la tuya propia).
Seguramente este es el principal consejo para conseguir una actitud positiva en tus hijos. Sin una buena autoestima, que nos permita mirarnos a nosotros mismos de manera positiva, es imposible ver lo bueno que nos rodea. Hazle saber cuánto le quieres y valoras mediante gestos y palabras. No escatimes los abrazos y los besos, ni tampoco las palabras de reconocimiento y ánimo.
Enséñale a que se trate con respeto y no pierda nunca la confianza en él. Ante cualquier duda, que se pueda decir a sí mismo que es capaz y que puede lograrlo. Al final, sobre todo cuando crecemos, nos encontramos solos ante nosotros, sin referentes a los que acudir en busca de apoyo o consejo, y tenemos que ser capaz de motivarnos con nuestro propio diálogo interior.
Esta es la base de cualquier educación, dar ejemplo. Si tu actitud ante la vida es negativa, por mucho que te empeñes en que tus hijos se comporten de otra manera será difícil. Procura ser consciente de cómo reaccionas ante los acontecimientos y qué actitud les transmites. Seguro que puedes poner mucho de tu parte y, de paso, salir beneficiada de ello.
Y, además, son necesarias. Negar los sentimientos negativos no hace aparezcan los positivos sin más. Cuando haya razones para la tristeza o el enfado, hay que dejarles su espacio para reconocerlas y poder aprender de ellas. Superarlas es la mejor forma de recuperar una actitud positiva.
Los niños son muy sensibles a lo que opina el entorno de ellos y de lo que hacen, tanto si se trata de otros niños, como si la opinión viene de un adulto. Enséñales a encontrar en ellos su propio centro y medida de las cosas para que, aunque se dejen aconsejar, no se traicionen nunca a ellos mismos y sean capaces de encontrar la felicidad con sus decisiones (incluso cuando se equivocan).
La mirada que tenemos sobre aquello que nos rodea también se educa y se trabaja. La vida está llena de detalles y experiencias bellas que no debemos pasar por alto. Desde las personas que nos quieren, hasta los lugares que visitamos hay un sinfín de cosas por las que sentirnos afortunados. Ayúdales a que lo vean y se sentirán más fuertes y reconfortados.