Las tareas de casa a veces se hacen cuesta arriba, especialmente cuando pasas gran parte del día fuera del hogar por trabajo, incluso ahora si estás en ella porque te ha tocado teletrabajar. Que si limpieza, comida, lavadoras… Entre la pareja lo salváis, pero os gustaría tener un poco más de tiempo fuera de tanto estrés para descansar y pasar tiempo con los peques de casa. Y precisamente ellos entran en este puzzle, ya que los niños también pueden ayudar en las tareas de casa, cada uno, dependiendo de su edad, en unas u otras, pero desde luego no solo te librarán de parte de la carga, también les servirá a ellos mismos para tomar ciertos hábitos beneficiosos e incluso algo de disciplina. ¿Cómo conseguirlo? Te damos algunos consejos para que los niños te ayuden en casa.
Una de las medidas clave para que ayuden es dar ejemplo. Si ven como sus padres realizan tareas domésticas puede que les llame la atención. Más aún cuando os ven contentos, que se lo pasan bien mientras las realizan o que lo que han comprado en el supermercado se ha convertido en una comida que le encanta. De esta forma es muy probable que los más pequeños de casa sientan curiosidad y sean ellos mismos los que pidan ayudar en alguna de esas labores del hogar.
Uno de los grandes errores es mandar a los más pequeños a ordenar sus juguetes o recoger su habitación como castigo. Esto lo que hará es que asocien las tareas domésticas a algo negativo, por lo que hacerlas no va a ser plato de buen gusto para ellos, que además lo harán con mala gana.
Los niños pasan gran parte del año yendo al colegio, por eso mismo es importante una organización de su tiempo y que las tareas no le roben tiempo ni de sus obligaciones en referencia a los deberes del colegio, ni tampoco de su tiempo libre para jugar o descansar. De esta manera, si el niño se encarga de su habitación, puedes establecer una rutina para que después de hacer los deberes y jugar recoja su cuarto antes de cenar, quite su plato de la mesa al terminar de comer o retire su ropa del baño cuando se ducha. Hábitos que interiorizará y que te quitarán un peso de encima.
La rutina puede llegar a cansarles e incluso a aborrecer sus tareas, así que de vez en cuando varíalas. Al hacer tareas que no suele realizar de forma frecuente puede ponerle muchas más ganas. Un día le puedes pedir que te ayude con la cena, otro que ponga la mesa mientras tú la terminas o una tarde de fin de semana pedirle que prepare el salón antes de sentarse todos para ver una película en familia.
Supongamos que es día de limpieza general, en principio puede parecer un día aburrido y monótono, pero si aprovechas para poner esas canciones que te gustan no solo a ti, también a lo niños, la jornada puede ser mucho más divertida si limpian mientras cantan, bailan y hacen alguna que otra broma. El tiempo pasará más rápido al estar acompañada, terminarás antes gracias a la ayuda y pasarás un rato divertido con ellos mientras dejas en orden la casa.
Por una parte deben entender que son obligaciones, por lo que premiarles tampoco es algo que se deba hacer, pero lo que sí está en tu mano es darles las gracias por hacerlo, felicitarles por terminar una tarea y haberla hecho bien, ya que él mismo se sentirá orgulloso del trabajo que ha realizado.
La duda también está en cuándo es el momento de empezar a delegar tareas en los peques, algo que se debe hacer progresivamente y según su edad, teniendo en cuenta que muchas veces se equivocarán mientras aprenden. Ya sobre los tres o cuatro años pueden comenzar a ayudar en algunas cosas, como recoger los juguetes de la habitación, ordenar la ropa que se quita o ayudarte en alguna tarea puntual. Según crecen ya pueden empezar a hacer la cama, vestirse y desvestirse solos, encargarse de organizar la mochila del cole… Y ya a partir, más o menos desde los siete años, pueden comenzar a ayudarte en la cocina, regar las plantas o pasar el aspirador.
Si hablamos de los adolescentes las tareas se amplían, pues pueden hacer prácticamente cualquier labor y algunas de más responsabilidad, como por ejemplo poner la lavadora y tender la colada o ir ellos mismos a hacer la compra por nosotros.