La primera vez en el dentista: la importancia de las revisiones odontológicas en niños
La primera visita al dentista debería ser al cumplir un año, cuando comienzan los problemas bucodentales.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda que, para evitar las caries, se reduzca desde la infancia el consumo de alimentos azucarados, se evita que el niño se quede dormido succionando el biberón de azúcar y se fomente el cepillado de dientes con pastas de flúor. A su vez, es fundamental mantener una buena higiene dental desde que nacen.
La alimentación y salud de la madre durante el embarazo también influye en los dientes temporales, que se comienzan a formar desde la quinta o sexta semana de embarazo. Primero se forman los dientes temporales y, poco antes del parto, comienzan a desarrollarse los definitivos. Desde que aparecen los primeros dientes se debe actuar para protegerlos.
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La primera visita al dentista
Hasta hace no mucho, la Sociedad americana de dentistas pediátricos recomendaba que los niños visitasen al dentista por primera vez a los dos años. Sin embargo, los investigadores descubrieron que, en algunos casos, podría resultar tardío. El doctor Juan Carlos Llodra explicaba en una entrevista con Infosalus que existe una patología, la caries temprana de la infancia, que puede aparecer incluso antes de los dos años.
Por eso, dentistas de todo el mundo recomiendan llevar al niño nada más cumplir el primer año de edad. Esa primera visita a la consulta dará información de todo lo relativo a la salud dental del niño, desde consejos de higiene hasta el desarrollo de sus dientes. El niño ya debería tener los incisivos y algún molar de leche; si existe alguna anomalía podrá verse entonces.
Los responsables del niño y el dentista podrán hablar de hábitos dietéticos, sobre todo de aquellos relacionados con el consumo de azúcares. También se les puede informar de qué hacer en caso de caída y traumatismo del diente. A esa edad, los niños empiezan a andar y pueden caerse y romperse una pieza; el especialista puede explicarles cómo actuar en caso de que eso ocurra.
La mala salud se hereda
La mala salud dental se puede heredar de padres a hijos. No solo porque hábitos como la alimentación, junto a otros factores genéticos, sean determinantes para nuestra boca, sino porque determinadas costumbres, como chupar la cuchara del pequeño para comprobar la temperatura de su comida, pueden ser peligrosos. De esa forma se transmiten las bacterias que producen las caries; si los padres no mantienen una buena higiene bucodental, favorecerán la aparición en los dientes de su hijo.
Además, la fase de succión del dedo puede deformar los dientes del niño. Cuando empieza a desarrollar ese mal hábito, conviene llevarle al dentista para tratar de revertirlo, ya que más adelante los problemas pueden ser menos reversibles y los tratamientos más agresivos.
La higiene de los pequeños
Los primeros dientes aparecen alrededor de los primeros seis veces de vida, y conviene limpiarlos desde el principio. Las encías pueden aclararse con una gasa humedecida en agua , para evitar que los azucares de la leche se acumulen y las acidifiquen. Una vez aparezcan las primeras piezas, se recomienda usar cepillos pediátricos y raspar las cedras con pasta de dientes fluorada.
Como los adultos, conviene repetir el proceso al menos tres veces al día. A partir de los tres años, el niño debe aumentar la dosis de pasta de dientes hasta que sea del tamaño de un guisante, y a partir de los seis años al tamaño de un garbanzo. Más o menos, esa es la cantidad que se mantendrá durante la edad adulta. Poner más es innecesario y puede tener un efecto negativo.