Durante el embarazo se pueden dar diversas molestias que se deben a que el cuerpo está sufriendo cambios para albergar el cuerpo del bebé. El dolor de riñones es una de las molestias más comunes que tienen las mujeres embarazadas. Se trata de un dolor muy frecuente que suele aparecer a partir del segundo trimestre de gestación. Generalmente el dolor suele ser más fuerte según va acabando el día y aparece de forma repentina y punzante, sin saber por qué y ni de dónde viene. No se trata de algo peligroso, pero sí que este dolor de riñones lo que hará será dificultar el día a día, así como el descanso, que será bastante incómodo.
El dolor suele aparecer en la zona más baja de la espalda, a la altura de las lumbares, y aunque comúnmente se denomina como dolor de riñones, lo más probable es que estos órganos no estarán ni mucho menos afectados. En estos casos, lo más normal es que el dolor sea muy agudo y que se requiera un tratamiento médico. Por eso, lo mejor será, acudir a un centro especializado para que puedan proporcionarte el tratamiento más adecuado.
Lo cierto es que, a medida que el bebé va creciendo en el útero, otros órganos del cuerpo de la madre deben desplazarse para dejar espacio al retoño. Este hecho lleva a la madre a tener que modificar su posición y su postura para poder encontrarse mejor y más cómoda, lo que implicará curvar la columna más de lo normal. Esto hará que la zona baja de la espalda se encuentre en una tensión constante, lo que llevará a producir ese dolor de riñones.
A partir del segundo trimestre de embarazo será cuando comiencen a aparecer algunas molestias, ya que la barriga comenzará a crecer y la postura de la madre seguirá cambiando para adaptarse a esta nueva situación. El dolor podrá ser muy molesto, aunque para cada mujer será distinto, ya que el umbral del dolor no es el mismo. Por eso, para algunas podrá ser muy intenso, mientras que otras ni lo notarán.
Evitar esta molestia será realmente complicado, aunque sí que es cierto que algunos ejercicios y terapias especializadas podrán ayudarte a prevenir el dolor de riñones asociado a algunos cambios producidos durante esos meses de gestación. Sí que es cierto que podrás aliviar los síntomas asociados de distintas maneras: lo primero que podrás hacer será aplicar calor en la zona lumbar para aliviar esas molestias. Será muy importante que, en ningún caso, se aplique el calor directamente en la zona de la tripa, ni siquiera en los laterales, ya que ese calor en la barriga puede ser peligroso para el pequeño.
Otra opción será tomar un baño caliente y relajante, aunque tendrás que hacerlo sin que el agua esté a demasiada temperatura. Tampoco será recomendable pasar mucho tiempo bajo el agua. Es muy importante evitar pasar demasiado tiempo en la misma postura, por eso, estar de pie te llevará a forzar aún más la columna vertebral. De la misma forma, estar demasiado tiempo sentada puede causar distintos dolores, precisamente como el de riñones, y otras molestias como la retención de líquidos.
La mejor manera para evitar las molestias físicas causadas por estos primeros meses de embarazo es realizar la actividad física más adecuada para tu estado y para cada persona. Es muy importante que estos ejercicios sean bajo impacto y que se practique bajo la supervisión de un profesional. Por eso, los mejores deportes para embarazada serán la natación, el yoga o el pilates.
Por lo general, este dolor de riñones no tendrá que ser demasiado fuerte y se podrá aliviar con alguno de los consejos que hemos mencionado anteriormente. En caso de que no sea así y que esta molestia aumente, lo mejor será que acudas a un centro médico para que puedan diagnosticar que es lo que pasa. Aunque este dolor es común y no tiene mayor peligro, habrá que estar atento por si puede ser síntoma de otras complicaciones.
Si el dolor de riñones va acompañado de fiebre, pérdida de sensibilidad en alguna de las extremidades y si el dolor en la parte aparece al final de la espalda, deberás tener especial cuidado. También podrá ser que una señal de un incipiente parto prematuro y, en el caso de que el dolor no se calme, pasado un tiempo prudencial, habrá que acudir a un especialista.