Durante sus primeros años de vida será normal que los niños enfermen con frecuencia, ya que su sistema inmunitario está todavía en formación. Así, la exposición a los gérmenes, a los virus y las bacterias ayudan a desarrollar los anticuerpos, que en un futuro les mantendrá sanos. También interviene en ello los hábitos poco higiénicos, como compartir un chupete o juguetes que, previamente, se han llevado a la boca y que facilitan que estas infecciones se propaguen con más facilidad.
La mayoría de enfermedades infecciones que afectan a los bebés están producidas por un virus. Los niños podrán superar solos ese proceso y sus síntomas serán más llevaderos. Además, será muy importante saber que algunas infecciones se pueden transmitir incluso antes de manifestar síntomas. Esto se denomina periodo de incubación y resultará más complicado controlar su contagio.
Existen cuatro formas fundamentales de contagio. La más común suele ser la vía respiratoria, ya que al toser, estornudar, hablar o escupir se expulsan unas pequeñas gotas que contienen partículas víricas. Además, suelen ser las más frecuentes entre los niños. Las otras tres serían la vía fecal u oral y la transmisión a través de baterías o virus eliminados por las heces.
El contagio se puede producir al ingerir agua o alimentos contaminados. También, puede producirse por contacto directo, de niño a niño o a través de objetos que se comparten y por contacto con líquidos orgánicos, como la sangre o la saliva.
Entre las infecciones más comunes que podemos encontrar está la bronquiolitis, que se trata de una infección respiratoria aguda que afecta a niños menores de dos años. Se inicia como un cuadro catarral, seguido de dificultad respiratoria progresiva con aumento del trabajo respiratorio. Esta complicación está causada por un virus, con un periodo de incubación de siete días y no conviene que el pequeño acude a la guardería hasta la mejoría o la resolución de los síntomas.
Otra complicación frecuente suele ser la conjuntivitis, es decir, una inflamación de la conjuntiva, el tejido que cubre la parte blanca del ojo. Se trata de un virus que se asocia a los resfriados, con bacterias suele ser menos frecuente y el periodo de contagio se extiende, mínimo, nueve días.
También pueden padecer el virus boca-mano-pie, una patología benigna que provoca pequeñas ampollas en las palmas de las manos, la planta del pie y el interior de la boca, así como fiebre. La transmisión del virus se produce por vía respiratoria, fecal y oral, y no habrá tratamiento contra el virus que lo causa.
Por su parte, la faringoamigdalitis es una infección de las amígdalas o anginas y está causada por un virus o una bacteria. Si el niño se contagia se recomienda no acudir a la escuela infantil hasta 24 horas después tras el inicio de tratamiento antibiótico.
Otra complicación que puede surgir será la gastroenteritis aguda, es decir, una inflamación de la mucosa que recubre el estómago. Esta puede ser causada por un virus o bacterias y en ambos casos provoca diarrea, vómitos y dolor abdominal. Se trata de una enfermedad que se propaga con gran facilidad y se recomendará mucha hidratación y reposo.
La gripe y los resfriados también serán bastante comunes y su transmisión y contagio se puede producir por vía respiratoria, en un radio de hasta dos metros. Su tratamiento incluye analgésicos y antinflamatorios para aliviar todos los síntomas.
Las lombrices también son comunes en el primer año de vida del pequeño. Se trata de una infección por un parásito que provoca picor alrededor del ano, sueño inquieto y despertares durante la noche. El periodo de incubación es de uno a dos meses y el de contagio se extiende hasta que se mantengan los parásitos en el organismo. También, los más pequeños podrán sufrir de moluscos, que son una infección vírica que se manifiesta con la aparición de pequeñas lesiones o pápulas en la piel, agrupadas por todo el cuerpo.
La mononucleosis también podrá ser común. Es una enfermedad vírica que está caracterizada por un cuadro febril, con dolor de garganta y aumento del tamaño de los ganglios, sobre todo en el cuello. También, se denomina ‘enfermedad del beso’, ya que se contagia a través de la saliva.