Miki, el primer hijo en común de Paula Echevarría y Miguel Torres, cumplirá este martes su primer mes de vida. El niño llegaba a la vida de la intérprete doce años después de que la actriz se estrenase en la maternidad con Daniella Bustamante, que está “ilusionada” y “feliz” con su papel de hermana mayor. Desde el día de su nacimiento, la influencer traslada su inmensa felicidad a las redes sociales, donde comparte sus experiencias en esta etapa tan especial con sus miles de seguidores, a quienes ha mostrado la cara más oculta de la lactancia materna.
La it girl desvelaba a través de un post que está alimentando a Miguel Jr “a demanda”, es decir, sin horarios ni tiempos de duración de las tomas, cuando el recién nacido da muestras de que necesita mamar. “¿Alguien más pasando por esto o que lo haya pasado que me de consejos para poder tener vida además de alimentar/calmar/crear vínculo/etc con mi bebé?”, pedía ayuda a sus fans mediante una foto en la que aparece dando el pecho “en la sala de espera del dermatólogo”.
“Es sacrificado y pasa rápido, disfrútalo porque igual nunca más se vuelve a sentir. También te recomiendo el porteo, es maravilloso, tiene muchos beneficios para ambos”, sugería una usuaria que se presentaba como “mamá de dos”. “A mí me pasaba lo mismo, me agobiaba y me saturaba mucho. A día de hoy no le doy y lo echo tanto de menos. Disfruta, que todo pasa”, era la recomendación más comentada por parte de su legión de admiradores. “Es muy difícil ‘tener vida’ con un bebé tan pequeño. Las tomas irán espaciándose en unos meses, paciencia y disfruta de estos momentos”, le garantizaba otra más que esta situación con el paso del tiempo ira mejorando.
Paula concedía una entrevista a InStyle tan solo unos días antes de dar a luz a su hijo. En esta charla, la actriz recordaba los problemas de conciliación que sufrió en su estreno como madre. “Intentaba cuadrar horarios siempre, aunque me perjudicaran físicamente a nivel de cansancio, para poder pasar tiempo con ella, llevarla al colegio y recogerla”, rememoraba algunos de sus sacrificios. Por aquel entonces, la asturiana vivía una de sus mejores etapas en lo profesional, lo que conllevaba que muchos días abría “la puerta de su casa a las siete de la mañana, después de haber estado rodando doce horas por la noche” y programara “el despertador a las ocho”, para llevar a la niña al colegio. “Perdí todo lo que suponía pensar en mí”, confesaba.
Este acto de renuncia constante provocó que llegara a envidiar a aquellos amigos que no tiene hijos. “Viven como Dios, se pasan la vida que si voy a una bodega a una cata, a un viaje a no sé dónde; solo tienen que pensar en su curro y en ellos, sin más preocupaciones”, aseguraba. “Además, no es por nada, ¿eh?, pero dicen que las parejas sin hijos duran más. No sé hasta qué punto eso está comprobado científicamente, pero debe ser que viven más el uno para el otro”, confesaba la actriz, que quiso puntualizar que esta experiencia es una “renuncia agradable” que le compensa “al 200%”