Uno de los primeros reflejos que desarrollan los bebés al nacer es el de la succión. Este les servirá para asegurarse bien de que pueden alimentarse y, también, les ayudará a recuperar el estado de calma del que disfrutaban cuando estaban en el vientre de su madre. Además, servirá para tranquilizarles cuando no sepan muy bien qué es lo que está sucediendo en ese nuevo mundo al que se están enfrentando.
Para que este reflejo se active será muy importante que succionen algo. En la mayoría de ocasiones, suele ser el pecho materno, ya que es lo que la naturaleza les tiene preparados. Aunque eso sí, habrá algunos bebés que vayan más allá y comiencen a succionar su dedo. Otra forma de succión es a través de los chupetes, que también permitirán al pequeño recuperar la calma. Además, son grandes protectores de la muerte súbita y, sobre todo, entre aquellos bebés que no toman el pecho. Aunque eso sí, al igual que sucede con el dedo, utilizarlo más tiempo de lo recomendado podrá ser especialmente nocivo para el bebé.
Muchos bebés comienzan a succionar su dedo cuando son muy pequeños y es algo que, realmente, no será un problema en esos primeros meses de vida. Además, en caso de que no esté siendo amamantado también se le puede ofrecer un chupete, que será más blando y que puede ser retirado más fácilmente. Cuando son más mayores, chuparse el dedo les ayudará a relajarse más y a calmarles cuando tengan hambre y todavía no han recibido el alimento.
Aunque eso sí, si se siguen chupando el dedo más allá de los cinco o de los seis años, que es cuando aparecen los dientes definitivos, puede alterar tanto la forma de los dientes como del dedo pulgar. Además, podrán sufrir una importante maloclusión de la mordida, ya que los dientes se adaptan para permitir el espacio en el que va el dedo.
En aquellos pequeños que se chupen el dedo durante mucho tiempo, también, se podrá ver afectado el desarrollo del habla, ya que esta práctica no permite los movimientos lógicos y naturales de la lengua. También, se pueden dar más episodios de otitis. Por tanto, será muy importante controlar el tiempo en el que el pequeño utiliza el chupete y, también, cuándo se succionen el dedo.
Uno de los mayores riesgos aparece cuando se caen los dientes de leche y salen los definitivos. Por eso, lo mejor será que el pequeño no dependa ni del dedo ni del chupete para poder dormir. Lo más recomendable será que se quite antes del año. Así, la limitación del uso será importantísima y que se consiga quitar en el momento adecuado y, así, no afectará a la forma de la boca y tendrá la libertad para hablar de forma cómoda.
El dedo será menos problemático para el habla, ya que el niño no irá todo el día con este metido en la boca. Lo más duro será el chupete y será especialmente complicado deshacerse de él. Lo mejor será buscar alternativas que puedan ayudarle a que esté tranquilo y, también, habrá que intentar que duerma tan pronto como note el sueño. También, será muy importante ayudarle a que hable de sus problemas o frustraciones para que intente superarlas desde la cognición y no desde la succión de su dedo o del chupete.
Será básico utilizar un elemento que genere rechazo. Puede ser que, con el paso del tiempo, el pequeño llegue a necesitar corrección mediante una ortodoncia. Además, habrá que explicarle qué es lo que tiene que hacer para cuidar su dedo y hasta se puede poner alguna sustancia que le dé mal sabor.