El porteo del recién nacido es más que una alternativa ocasional al carrito de bebés. Para muchas madres y padres es la opción principal a la hora de llevar consigo al bebé y se trata de un sistema que puede ser muy satisfactorio tanto para el niño como para quien lo lleva.
Hablamos del llamado “porteo ergonómico”, que favorece el apego y el contacto del bebé con su progenitor, facilita la lactancia materna, permite libertad de movimientos al porteador y respeta el desarrollo físico del recién nacido, entre otros muchos beneficios.
Coger a nuestro pequeño en brazos es un gesto natural que podemos aprovechar al máximo gracias al porteo, pero que ha de hacerse siguiendo unas pautas determinadas y no de cualquier manera. Portear correctamente no solo es seguro, sino que ofrece, tal y como hemos dicho, beneficios para el porteador y para el bebé.
Lo cierto es que la gran mayoría de portabebés que puedes encontrar a día de hoy en el mercado son seguros, y bien utilizados no entrañan ningún riesgo, ni para el bebé ni para quien lo lleva. Pero es importante conocer las claves, tanto para elegir un buen portabebés, como para que el niño vaya en la postura correcta.
Existen mucho tipos de portabebés, pero estos son los más utilizados:
En primer lugar debemos asegurarnos de que el portabebés sea el adecuado para la edad del niño. No debe quedarle ni grande ni pequeño, así que podemos optar por uno evolutivo que se adapte a las diferentes etapas de crecimiento del bebé. Además, debe ser ergonómico y cumplir los siguientes requisitos:
Esto es, sin lugar a dudas, lo más importante. La columna vertebral del bebé tiene una curvatura en forma de C que debe respetarse cuando va en el portabebés. Para ello su peso debe recaer sobre el portador, de manera que el bebé no fuerce su cuerpo y se favorezca el contacto piel con piel.
Es fundamental que el bebé tenga acceso al aire en circulación en el rostro y que las vías respiratorias estén libres, también en invierno. Te ayudará mantenerlo en todo momento a la vista, a la altura de tu boca.
El bebé ha de poder sentarse con las piernas abiertas 45º. Las rodillas han de permanecer flexionadas y por encima de la cadera, en posición de “ranita”. De esta forma el peso recae sobre el culito del bebé y el cuerpo del porteador. Si la posición es la correcta y el tamaño del portabebés el adecuado, el bebé no se desplazará de manera accidental.
Por otra parte, el bebé no debe mirar hacia fuera para no curvar hacia atrás su columna y para que no reciba un exceso de estimulación.