A pesar de es un tema que genera cierta controversia, lo cierto es que poner los primeros pendientes a las niñas al poco de nacer es una tradición muy arraigada en nuestro país. Sin lugar a dudas se trata de una decisión completamente personal, ya sea por motivos culturales o estéticos, o simplemente por evitar que les duela más si quieren llevar pendientes cuando se hagan mayores. Desde el punto pediátrico no existe ninguna contraindicación que nos haga dudar de ello si es lo que queremos, siempre que se cumplan todas las precauciones relacionadas con el método de perforación y los cuidados posteriores
La recomendación a la hora de ponerle los pendientes al bebé es esperar a que haya cumplido algunas semanas, pero no esperar más de seis meses si realmente tenemos la decisión tomada. Se sugiere esperar unas semanas para comprobar que la recién nacida está bien, sana, y que no tiene ningún problema de crecimiento. La caída del cordón umbilical puede ser un buen indicador de que ha llegado el momento.
Si decidimos esperar un poco más, no conviene hacerlo más tarde de los seis meses por dos razones: cuanto más crezca más molesto o doloroso será para ella, porque el cartílago del lóbulo se hace cada vez más grueso, y además a partir de esa edad comienza una fase en la que empiezan a rechazar lo desconocido. En conclusión, cuanto antes lo hagamos, menos molesto le resultará.
En este punto debéis ser muy rigurosos, porque una de las claves que hacen que ponerle pendientes a un bebé sea seguro es elegir los adecuados. En primer lugar han de estar fabricados con material hipoalergénico para evitar causarle a la recién nacida cualquier tipo de irritabilidad o de alergia. El oro de 14 kilates es el mejor material para unos primeros pendientes. La longitud del pendiente debería ser amplia, para permitir que el lóbulo permanezca aireado, y el filamento los más fino posible para que le resulte cómodo.
La punta del filamento debe ser redondeada y contar con un cierre también redondeado, para evitar que el tornillo se clave en la piel del bebé. En cuanto a la forma, los tipo bolita o los planos son los más indicados, y hay que descartar todo tipo de aros o pendientes con colgantes.
Si no te convencen los primeros o te han regalado unos que te gustas más, debes esperar al menos un mes antes de realizar el cambio, y siempre asegurándote de que los nuevos pendientes cumplen con todos los requisitos anteriores.
Antes podías salir del hospital con un bebé en brazos que ya llevaba los pendientes puestos, porque esta costumbre era incuestionable hasta hacer relativamente poco, y si el bebé era niña, la perforación del lóbulo era lo más normal del mundo. Pero ahora, que no funciona como una distinción de género, son los progenitores los que tienen que hacer la petición si así lo desean, y va a depender del personal que haya en cada hospital que le pongan los pendientes o no.
Si esto no es así, y además preferís esperar unas semanas, lo más conveniente es acudir a vuestro centro médico o a la consulta de la matrona. Las hay que ofrecen incluso este servicio a domicilio. También puedes ponerle los pendientes a tu niña en la mayoría de las farmacias. Lo que ya no es tan recomendable es que se lo hagan en una joyería, porque aunque cuenten con los métodos adecuados, no son espacios en los que se vean obligados a cumplir con determinadas garantías sanitarias.
Recuerda que es vuestra responsabilidad elegir a la persona y el lugar, y aseguraros de que todo se realiza bajo las condiciones de seguridad necesarias. Por eso quizás lo más recomendable es acudir a la consulta de la pediatra.
Los métodos seguros y eficaces para la perforación del lóbulo de la oreja se reducen a dos:
La limpieza es fundamental para evitar cualquier complicación tras la puesta de los pendientes. Para evitar que la zona se infecte se deben realizar los mismos cuidados que si tratásemos con una herida. En este caso utilizaremos un antiséptico adecuado, que nos haya recomendado el personal sanitario, para limpiar la zona del agujero. Después, sencillamente, hay que dejarla secar al aire. También es necesario darle vueltas al pendiente, como si se tratase de una tuerca, varias veces al día, y aprovechar cualquier visita al pediatra para asegurarnos de que todo marcha correctamente.