Desde el mismo momento que se produce la concepción, el útero comienza a crecer para poder albergar al bebé. Así, cuando la gestación haya finalizado, su altura será mayor y multiplicará por mil su capacidad. Por eso, será normal que esto sea revisado por los especialistas que realizarán un seguimiento midiendo la altura uterina, que confirmará la edad gestacional, evaluará el tamaño fetal y la cantidad de líquido amniótico que existe.
El útero será uno de los órganos más importantes durante el embarazo, ya que será el encargado de alojar al feto y, por eso, se tendrá que adaptar al crecimiento de este para ir creciendo a medida que lo hace el bebé. De esta forma, el tejido elástico hace que pase de medir unos seis u ocho centímetros de alto, cuatro o cinco de ancho y a pesar entre 50 y 90 gramos a medir 33 centímetros de alto y a pesar en torno a un kilo.
Será muy recomendable realizar un seguimiento para confirmar que el pequeño crece correctamente, a la vez que lo hace el útero. Es por este motivo que la prueba de medición de altura uterina será indispensable. Se trata de una prueba sencilla que consiste en medir la distancia entre el pubis y la parte superior del útero y que puede proporcionar una infinidad de información sobre cómo se desarrolla la etapa final del embarazo.
Para realizar la medición de la altura uterina o fondo uterino se utilizará una cinta métrica normal y servirá para tener una primera evaluación del tamaño, la tasa de crecimiento y la posición del bebé. Además, esta medición se realizará a partir de la semana 20 de embarazo y marcará la evolución de cómo se desarrolla esa etapa final de embarazo.
A las 20 semanas de gestación, la medida de la altura uterina deberá estar entre 18 y 22 centímetros. Además, a medida que el vientre crece, esta medida también deberá aumentar, pero habrá algunas razones por las que la medición podrá ser mayor o menor de lo esperado.
De esta forma, el niño podrá ser más o menos grande que el promedio, puede estar en posición de nalgas o en posición lateral y, además, también podrá ser que la madre tenga diabetes gestacional. Por tanto, las medidas se verán condicionadas por todos estos aspectos.
Si el especialista nota alguna anomalía en la medición será necesario realizar una ecografía para comprender el porqué. Esta medición se introdujo por primera vez en 1979 y se hizo popular a finales de los 80. Además, ha sido muy utilizado por muchos profesionales de la salud y su objetivo será detectar a niños inusualmente pequeños, grandes o embarazos múltiples.
Todas estas indicaciones serán útiles en aquellas situaciones donde no hay disponibilidad de ultrasonidos. Para medir la altura uterina será muy importante que la madre se encuentre acostada boca abajo o en una posición semi acostada sobre una superficie sólida y con la vejiga vacía. Las medidas de la altura del fondo se deberán realizar utilizando una cinta métrica normal. Luego, habrá que palpar con las manos para localizar el fondo uterino y habrá que tener en cuenta que el punto más alto del útero será el fondo.
Al fijar el extremo del medidor en la parte inferior, este se estira a lo largo del abdomen, pasando por el ombligo para detenerse en la parte superior de la sínfisis púbica, que será el punto de referencia más fácil de identificar. El siguiente paso será tomar las medidas y ponerlas sobre un gráfico para controlar el crecimiento a lo largo del tiempo.
Luego, habrá que valorar sus resultados. Las razones por las que estos pueden salir alterados son variadas. Por ejemplo, puede deberse a causas como la posición del niño, por diferencias físicas en altura y peso de cada mujer, así como diferencias entre el primer embarazo y el posterior y la diferencia por familiaridad o dependiendo de quien realiza la medida.
Todos estos factores se tendrán que tener en cuenta al interpretar la medición de la altura uterina. Esta puede estar bien si es constantemente más baja o más alta con cada visita. Por tanto, la preocupación surgirá cuando se produce una homogeneidad en la tendencia de crecimiento.