Cuando nace un bebé quizá una de las partes más despreocupadas suelen ser sus genitales, pensando que todo irá bien por esa parte y no existirán problemas, pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que no son problemas de extrema gravedad lo cierto es que tanto niños como niñas pueden sufrir algunos trastornos en sus genitales que se deben tratar para solucionarlo y que los pequeños puedan seguir con normalidad su desarrollo. Por eso mismo te mostramos las posibilidades que hay tanto en niños como en niñas y las soluciones de las que se dispone.
El trastorno más conocido en los varones es la fimosis, cuando no se puede retraer con facilidad el prepucio, pudiendo llegar a provocar dolor, además de que puede venir de nacimiento, la llamada fimosis congénita. En los primeros meses y años de vida del niño es normal que el prepucio esté adherido al glande, pero si este no consigue evolucionar de tal forma que acaba retrayéndose por completo habría que realizar esa pequeña intervención, la circuncisión.
Por su parte también existe la parafimosis, que se podría decir que es la contraparte de la fimosis, de tal manera que cuando se retrae el prepucio este queda atrapado bajo el glande y este pueda hincharse porque hay una pequeña obstrucción que impide que la sangre fluya con normalidad. Lo normal es que se produzca algo de dolor e incomodidad en el niño, por lo que habría que acudir al médico para intentar devolver el prepucio a su posición inicial, aunque en casos graves puede ser necesaria la intervención quirúrgica.
La balanopostitis puede no ser del todo conocida por su nombre, pero suele ser bastante frecuente. Este trastorno consiste en la inflamación de la zona del prepucio, muchas veces derivada de una fimosis porque las secreciones genitales se infectan de tal manera la zona puede hincharse y tomar una tonalidad más rojiza. El médico será el encargado de realizar el diagnóstico final y según la inflamación producida se tomará un tratamiento u otro.
Otro de los trastornos que podrían darse en los más pequeños es la criptorquidia, que se produce cuando uno o ambos testículos no bajan a la bolsa escrotal, quedándose en la zona del abdomen o en el canal inguinal. En bebés muy pequeños lo ideal es esperar llevando un control de la evolución, pero si al cumplir los dos años no ha bajado el testículo se deberá optar por una intervención quirúrgica para que el testículo pueda desarrollarse por completo y evitar futuros problemas en la zona, como tumores o la esterilidad.
A pesar de que los más conocidos son los trastornos genitales masculinos, también existen algunos en niñas que deben ser tratados. Uno de los más importantes es la fusión de los labios menores cuando estos se funden entre sí y solo queda un pequeño orificio por el que sale la orina y su separación normalmente llega en los primeros años de infancia. En principio, al ser algo normal solo se debe mantener la zona siempre bien limpia, sin intentar corregir la malformación, aunque en ocasiones el pediatra podría recetar una crema hormonal.
Otro de los trastornos genitales que se pueden producir en las niñas es la vulvitis, cuando la parte externa de los genitales se inflama y puede provocar cierto escozor incluso a la hora de ir al baño o una aumento de las secreciones vaginales. Por ello es necesario mantener una buena higiene con las medidas que el pediatra ofrezca y, en caso de que persista, hay que confirmar que no exista nada que pueda favorecer la permanencia de esa infección.
Ya en niñas más mayores podría producirse el trastorno del himen imperforado que lo que hace es que bloquea la abertura de la vagina de forma que cuando aparece la primera menstruación esta sangre no puede salir del cuerpo, haciendo que la vagina se hinche y cause dolor. Por eso mismo muchos especialistas aconsejan la visita al ginecólogo antes de que llegue la primera menstruación.