Viajar con niños puede ser toda una aventura, desde el mismo momento en que decidís iros de viaje en familia. Durante todo el proceso se darán situaciones, anécdotas y alguna que otra situación de angustia; con un niño, nada está escrito. Por eso, a la hora de hacer sus maletas nos pasamos de por si acasos, y su pequeño equipaje acaba convirtiéndose en una especie de cápsula que le prepara para todas las desgracias posibles.
Es cierto que se pueden necesitar más cosas que cuando se viaja solo o en pareja, pero también es verdad que muchas de las cosas que metemos en sus maletas son totalmente prescindibles, y volverán en el mismo sitio en el que las pusimos. Hay que tener claro qué es lo verdaderamente necesario, y no dejarse llevar por el impulso catastrofista.
Comprueba la temperatura del sitio al que vais, echa cuentas de los días que vais a pasar y escribe en una lista los objetos imprescindibles de la maleta de tu hijo. Piensa qué es lo verdaderamente imprescindible, lo que no podrás encontrar en el destino; si viajas en avión, tren o autobús no podrás llevar toda su habitación con vosotros.
La lista te permitirá visualizar qué necesitas realmente y qué puedes dejar sin problemas en casa. Cuando nos ponemos a escribir las cosas que podríamos necesitar, el peso de la maleta no deja de crecer; la lista te permitirá acotar sus pertenencias a lo indispensable y no olvidarte de nada. Ropa, botiquín, documentación, alimentación o entretenimiento son solo algunas de las ‘secciones’ que deberás rellenar con sus cosas para el viaje.
Es cierto que los niños se manchan mucho más que los adultos, pero tampoco es necesario llevarle diez outfits para cada día. En todo caso, si necesitas más ropa siempre podrás lavar algo sobre la marcha; puedes llevar un bote pequeño de detergente para lavar a mano, o buscar una lavandería donde dejar tu colada como nueva.
Escoge conjuntos que combinen entre sí, para poder mezclar mejor todas sus prendas, y no te olvides de su chubasquero ni de su babero, para reducir la posibilidad de que se manche todavía más. En cuanto al calzado, depende de los días que estéis fuera, pero por norma general basta con un par de deportivas, botas o sandalias cómodas, a las que el niño esté acostumbrado y que combinen con su ropa.
Puedes olvidarte de su chubasquero o su bañador, pero nunca te dejes su juguete favorito en casa. Hacerlo puede meteros en problemas a todos y convertir el viaje en una pesadilla; hazle escoger un solo juguete y explícale que será su compañero de aventuras durante el tiempo que estéis fuera. Lo mejor es que no sea demasiado grande y pueda llevarlo encima, para que se entretenga por el camino. Si el trayecto es largo, puedes hacerle un kit de entretenimiento que incluya pinturas y cuadernos, libros, la tablet…
Fuera del ocio, es importante llevar sus propios productos de higiene, especialmente cuando son bebés, y su botiquín, con los medicamentos y productos más utilizados en casa. Jarabe para la tos, barras antigolpes, sueros fisiológicos… Ahora bien, si vas a coger un vuelo recuerda reducirlo todo a botes de 100 mililitros, para que no te pongan pegas en el aeropuerto y no te tiren los productos antes de despegar.
Por último, recuerda llevar con vosotros algún snack o comida para los trayectos, como un batido o un potito, dependiendo de la edad del niño. Prescinde de todos aquellos productos de alimentación que puedas comprar en el destino.
Por norma general, abandona todos los por si acaso. Nunca sabes qué te deparará tu hijo durante el viaje, pero bebés hay en todo el mundo, así como productos para ellos. Evita cargar con más peso de la cuenta, como las cunas de viaje o las bañeras hinchables; casi todos los establecimientos cuentan ya con equipamientos para niños.