El pasado 8 de julio de 2023 por fin tenía lugar la boda entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva, una cita que estuvo precedida por una serie de acontecimientos propios de una novela romántica, en este caso, afortunadamente con final feliz. Tras una infidelidad por parte de él, Tamara se mostró decidida a romper la relación con su prometido, dotando a la hemeroteca de la repetida frase del "nanosegundo en el metaverso". Sin embargo, su amor era más fuerte y terminó perdonando al empresario, con lo que el plan siguió adelante.
Pero estas no fueron todas las piedras en el camino para la boda, el diseño de los vestidos también estuvo envuelto en polémica. A pocas semanas del enlace, la firma española Sophie et Voilà, que se iba a encargar del diseño, lanzó un enigmático comunicado donde hacía saber que se hacía a un lado del proyecto dejando a la marquesa (des)compuesta, con novio y sin vestido.
Pero no hay nada como tener amigos en la industria. Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, se haría cargo de los diseños de novia -sí, no uno sino dos, a pesar del poco tiempo- de la hija de Isabel Preysler. Viaje mediante a Nueva York, trascendió que la marquesa se inspiraría en Grace Kelly para su primer vestido y ciertamente es un diseño con un aire muy regio.
El propio diseñador definía la pieza como "una fusión entre lo clásico y lo moderno, muy limpio y muy femenino". En efecto se pueden encontrar esas referencias, pues el diseño tiene ciertas notas de inspiración medieval sin perder de vista las referencias de los vestidos de novia más clásicos. Se trata de un vestido con mangas francesas y una mezcla entre el patrón de princesa y la línea A. Mantiene un escote en forma de pico decorado con un destacable bordado central de tres centímetros de ancho que no fue un motivo al azar sino un homenaje a su escudo familiar, elaborado con una técnica tradicional.
Es imposible no ver la referencia al vestido que lucio la reina Letizia, caminando bajo la lluvia hacia la catedral de La Almudena para convertirse en la esposa del entonces príncipe Felipe, el 22 de mayo de 2004. Aquella creación del maestro Manuel Pertegaz comparte con la de Tamara Falcó el cuello chimenea que le da ese aire palaciego al diseño, y el bordado con significado en la zona central (en el caso de Letizia, flor de lis, madroños, tréboles y espigas).
Al habla con Asun Domínguez, patronista con extensa experiencia y una gran comunidad en TikTok, nos dijo que este vestido de la marquesa fue un diseño que no podría llevar cualquiera: "Es el típico corte de vestido de reina, es un vestido es muy difícil de hacer". Y esa dificultad se paga: "Es carísimo, ese vestido va con una estructura interna porque si no, no se puede con el peso y no quedaría tan bonito. Porque lo bonito es que por fuera no haga arrugas ni gestos. Podría costar entre 30.000 a 50.000. Ya solo los bordados a mano te pueden costar 3.000 euros y la tela, que pueden ser veintitantos metros puede costar 150 euros el metro".
Contrasta este diseño tan sofisticado con lo liviano del segundo vestido que Tamara Falcó lució en la celebración, también de Carolina Herrera. Se trata de un vestido mucho más cómodo en color rosa suave, con palabra de honor, confeccionado con capas de gasa cortadas al bies. La parte superior es un corsé con escote palabra de honor rematado en la parte frontal con un delicado lazo. Llama la atención que para este segundo diseño, la hija de Carlos Falcó cambiara el blanco nupcial por el rosa. Combinó este diseño con unas sandalias doradas y mantuvo el recogido que llevó en la ceremonia religiosa.
La sorpresa de la marquesa ocurrió a la semana siguiente, cuando sobre sobre la alfombra roja del Peacock Theatre de Los Ángeles, en los premios Emmy, la actriz Annaleigh Ashford apareció con el mismo diseño que había llevado la madrileña. En su caso, llevó el pelo suelto peinado en ondas, dotando al diseño de un punto más informal.