Una de las parejas más estables de la Selección Española de fútbol es la formada por Alice Campello y Álvaro Morata. El deportista y la modelo italiana demuestran día a día en sus redes sociales que exprimen al máximo cada minuto que pasan juntos. Su historia de amor ha ido quemando capítulos a un ritmo vertiginoso desde que se conocieran hace siete años, y los sentimientos no han hecho más que incrementar con el paso del tiempo.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y ser la esposa de un jugador de fútbol de primer nivel también tiene su parte negativa. La influencer, en una entrevista con Marca, ha revelado lo que peor lleva de su matrimonio con el delantero del Atlético de Madrid: “Te hablo de mi caso, hemos cambiado de país muchísimas veces. Me he mudado como 8 o 10 veces de casa. Nunca te puedes organizar, yo no sé lo que me va a pasar dentro 2 años o dentro de 5. Es la parte un poco más complicada, sobre todo ahora que tengo tres niños, casi cuatro”.
Además de no tener una residencia fija, la creadora de contenido identifica otro tipo de dificultades, aunque la mayoría vinculadas con la distancia. “Álvaro viaja muchísimo, no tiene horarios. No puedo organizar nunca nada con él, ningún fin de semana… A veces me gustaría ser como el resto de personas, que puede contar con sábados y domingos con su pareja. Y yo es una cosa que no puedo hacer nunca”, lamentaba en otra reciente charla con ‘El Mundo’.
Largas temporadas fuera de casa que no solo nota ella, también Alessandro, Edoardo y Leonardo, sus retoños. “Nunca te acostumbras. Imagínate si se me hace dura que estoy embarazada de ocho meses y me voy a Qatar. Necesito aunque sea un ratito verle y apoyarle. Los niños más todavía. Le necesitan mucho, es una figura superimportante en casa”, expone Alice, que necesita a su chico cerca porque le ayuda a que los menores crezcan con la mejor educación posible.
Por si fuera poco, a todo esto habría que sumar los ataques que reciben cuando Álvaro no da su mejor versión en el campo, algo que a “nivel mental es complicado” de gestionar.
“En todos los trabajos tienes momentos buenos y malos. La diferencia es que tienen un mal partido o una mala racha, que es normal, y sales a la calle y tienes miles de personas recordándotelo”, denuncia que han llegado a increpar a sus hijos, de cuatro años: “Es la parte más dura y más fea, pero luego te acostumbras también, y empiezas a entender que no hay que dar importancia a estas cosas”.