Lucía Rivera habla por primera vez de la nueva novia de su ex, Marc Márquez

Tres años después de su ruptura con Lucía Rivera, Marc Márquez ha confirmado su nueva relación con Gemma Pinto, modelo e íntima amiga de Laura Escanes. El piloto de MotoGP, que siempre es discreto a la hora de hablar de su vida privada, utilizó hace unos días su perfil de Instagram para anunciar su nueva historia de amor con la catalana. La pareja, tal y como puedes ver en este vídeo, hizo públicas imágenes juntos de su romántico viaje a Marrakech.

Lucía Rivera, expareja del piloto, ha sido preguntada por los compañeros de Europa Press por esta nueva relación. La modelo ha asegurado que se "alegra", que ya "era hora" de que Marc rehiciese su vida y que le hace "feliz verle feliz". "Me cae muy bien y le tengo muchísimo cariño. Debe ser uno de los pocos ex con los que me llevo bien", aseguraba la hija de Cayetano Rivera, que hace unos meses publicó un libro biográfico en el que relataba que fue maltratada por dos de sus exnovios.

La modelo continuaba diciendo que le hace "gracia" que siempre le pregunten por las parejas de Marc. "Yo ya soy muy feliz hace mucho tiempo y rehíce mi vida hace mucho tiempo. A él creo que no le preguntáis, a él no le preguntáis, es un poco machistilla", reprochaba a los compañeros.

En cuanto a su vida privada, la hija de Blanca Romero no ha querido "entrar en detalles" y simplemente ha asegurado que le va todo "genial" y que su "vida sexual está genial". Por el momento no tiene pareja, reconoce que le da "pereza" y que le "gusta mucho la soltería". "Se hacen pasar por mí en Tinder todo el rato y me molesta mucho. Es una falta de respeto", aprovechaba para denunciar públicamente.

Lucía Rivera fue maltratada por sus exparejas

Hace unos meses salió públicado su primer libro. En él, la modelo escribió con todo detalle algunos de los momentos más duros de su vida, entre ellos confesó que había sido maltratada por dos de sus exaparejas. El primero de ellos, según contó la propia Lucía Rivera, le controlaba el teléfono, la ropa que se ponía e incluso le prohibía quedar con sus amigas: "A medida que intentaba liberarme de esas cadenas, él las apretaba más. Se presentaba en la puerta de mi casa, aparecía gritando, buscaba a hombres dentro del armario pensando que le estaba engañando y me gritaba hasta que le daba el móvil y le dejaba revisarlo".

Su siguiente relación fue aún más difícil y sufrió agresiones físicas. "La primera vez ni siquiera la recuerdo bien, porque fueron muchas, cada vez más. Siempre lo excusaba achacándolo a que estaba drogado y entendí que esa era una manera 'normal' de relacionarse, que yo sería capaz de hacerle cambiar, que la culpable era yo", cuenta en las páginas de su libro.