Su carisma, su buen humor y su profesionalidad delante de la cámara han hecho que Roberto Leal se encuentre en la cresta de la ola en el ámbito laboral. No hay faceta que se le escape al presentador, que se ha puesto al frente de programas de televisión de distintos géneros –actualidad, música o cultura- y ha obtenido el mismo reconocimiento. Precisamente ante las cámaras de los formatos que ha conducido –haciendo gala de su naturalidad- ha hablado en ciertas ocasiones de Sara Rubio, su mujer, con la que comparte todos sus exitos y sus fracasos. Su historia de amor empezaría en las redacciones como si de una película se tratase y, con el tiempo, derivaría en tres bodas, una hija, un embarazo y –por supuesto- Pepa, una chihuahua que ya es toda una influencer en las redes sociales.
Aunque su popularidad no es tan elevada como la de su marido, Sara también es periodista y ha estado detrás de espacios de deportes o de información bastantes populares. Justamente sus caminos se cruzaban cuando el presentador se tuvo que poner al frente del programa con el que colaboraba y ella trabajaba en otro proyecto de la misma cadena. “Entré en el comedor y la vi en un buffet de ensaladas. Entre huevos duros, cebolla rallada y remolacha”, rememoraba en una de sus últimas entrevistas (con ese humor tan propio) cómo fue el primer día que intentó llamar su atención. “Ella se sentó en un sitio libre, yo me senté a su lado y tiré de ‘acentito’. Luego nos tomamos un café y todo fue muy rápido”.
A pesar de que todo fuera tan veloz como él mismo cuenta, el sevillano habría estado “cinco o seis meses” tratando de conquistarla –en sus propias palabras-, teniendo claro cuál fue el detalle final que terminó de enamorar a la que sería su mujer: un libro. Sara estaría realizando un documental de ‘El tiempo entre costuras’ y Roberto pensó que regalar este título tan premiado de María Dueñas le ayudaría en su conquista. “Esa fue la clave”. Pese a compartir la misma vocación, Roberto ha explicado en diversas entrevistas que los caracteres de ambos son muy diferentes –“ella tiene más paciencia y yo soy más nervioso” pero que habían encajado como anillo al dedo.
Tras varios años de relación, Leal se encontraba preparado para dar un paso más en su historia de amor y reúne en un cumpleaños sorpresa de su novia a familiares y amigos. Más allá de ser una fiesta normal y corriente en la que la catalana soplaría las velas con todo su entorno, la celebración iba a concluir de una manera más especial y desconocida para todo el que estaba allí presente: con Roberto poniéndose de rodillas frente a su pareja con un anillo en la mano. A pesar de que ya habían pasado por el altar en un viaje a Las Vegas, el andaluz estaba dispuesta a celebrarlo a lo grande: con una boda por lo civil y con una ceremonia. “Le pedí matrimonio mientras dos amigos cantaban de fondo ‘Love me tender’, una canción de Elvis Presley con la que nos habíamos casado en verano pasado en Las Vegas. Ni siquiera los que cantaban sabían que era la excusa para ambientar la pedida”.
Tras haberse dado el ‘sí, quiero’ hasta en tres ocasiones, ambos toman la decisión de cumplir uno sus deseos mutuos y formar una familia. Algo para lo que no tendrían que esperar mucho tiempo. “¿Tú sabes que vas a tener un hermanito o una hermanita, no?”, le anunciaba a su pequeña perrita a través de un vídeo de Instagram. “No te puedes comer sus juguetes, no te puedes meter en la cuna por la noche y arañarle la cara, ni comerle la oreja”, bromeaba con su conocida Pepa, a la que aseguraba que con el nacimiento de su primera niña no iban a dejar de quererla. A punto de entrar de lleno en el verano de 2018, Leal y Rubio ven por primera vez la cara a su niña, a la que daba la bienvenida en sus redes. “Hola Lola, soy tu padre. El mismo que te cantaba fuera de tono estos meses atrás, cuando estabas en la barriga de mamá. El mismo que se va a desvivir porque seas feliz en este mundo loco”.
Durante estos años, la pareja no se ha desprendido ni un momento de la pequeña, a la que hemos podido ver en sus cuentas de Instagram –eso sí, sin mostrar su rostro-. Juegos con ella en casa, paseos por el parque, viendo los programas que presenta papá o incluso disfrutando de un partido de fútbol (ya es toda una aficionada del Sevilla) son algunos de los planes que nos han dejado ver en las redes. Precisamente con Sara, Lola –de 3 años- y Pepa ha pasado esta cuarentena derivada de la COVID. Una enfermedad que ha sufrido en sus propias carnes y de la que pasado verdadero pánico por una única razón: su mujer era grupo de riesgo en el momento en el que dio positivo, porque está embarazada de su segundo hijo. “Mi preocupación era esa”, aseguraba en una entrevista, en la que explicaba que había pasado mucho miedo porque hay un gran desconocimiento sobre este virus y porque había contagiado a varios familiares.
Como guinda del pastel, el matrimonio ha tenido que cambiar de domicilio ante la inminente llegada del nuevo miembro –del cual todavía se desconoce el sexo-. Ambos se mudaron a la nueva casa en mayo y allí pudieron disfrutar de una amplitud con la que no habrían contado en su anterior piso –ubicado en el norte de la capital- a la hora de hacer frente al confinamiento. Esta nueva propiedad consta de una parcela de 370 metros cuadrados y está situada en la zona de Las Rozas, a las afueras de Madrid. Un nuevo hogar de dos plantas que dispone entre sus estancias de un despacho, biblioteca, jardín con piscina e incluso una sala donde los hermanos podrán jugar con sus juguetes favoritos.