Shannen Doherty fallecía el pasado viernes, 12 de julio, a los 53 años de edad, tal y como aseguraba su representante hace unas horas en un comunicado. La actriz, que a lo largo de su vida participó en proyectos de renombre como ‘Sensación de Vivir’ o ‘Embrujadas’, había luchado contra un cáncer de mama desde el año 2015 que finalmente terminó extendiéndose a los huesos. Durante su enfermedad, fueron varias las ocasiones en las que la intérprete compartió con el público sus pensamientos, sus preparativos de cara a su fallecimiento y sus prioridades, entre las que estaba su madre.
En el último episodio de su podcast ‘Let’s be clear with Shannen Doherty (‘Seamos claros, con Shannen Doherty’)’, Shannen afirmó la decisión que había tomado y que tenía que ver directamente con la tranquilidad que quería que experimentase su progenitora si ella moría antes que la anterior: "Sé que va a ser duro para ella. Y precisamente porque va a ser tan duro, quiero que otras cosas sean mucho más fáciles. No quiero que tenga que lidiar con un montón de papeleo. No quiero que tenga cuatro trasteros llenos de muebles”, explicó.
Y es que desde hace muchos años, Doherty había acumulado decenas de artilugios con motivo de su afición por las compras de antigüedades: "He acumulado mucha basura. No los disfruto, ni los disfrutan los demás, y ¿realmente necesito alguno de ellos? ¿Necesito tener tres mesas de comedor? La respuesta es no, ninguno de nosotros necesita realmente todas las cosas que tenemos”, señaló.
Por esta razón, optó por vender todo lo anterior y destinar el dinero recaudado a viajar junto a su madre sin tener que tocar sus ahorros y además, asegurarse de que “todo el mundo estuviera bien atendido” cuando se produjera su fallecimiento: "Son sólo cosas, no las necesito, no me dan alegría, pero lo que sí me da mucha alegría es llevar a mi madre a los lugares a los que siempre ha querido ir. Tengo la oportunidad de crear recuerdos bonitos con las personas que quiero", se sinceró.
Del mismo modo, rechazó mantener su casa de Tenessee, la cual había planeado convertir en una santuario de caballos. A pesar de haber reconocido de forma pública que con ello estaba “renunciando a un sueño”, confió en que su sentencia le aportaría “paz y calma”.