Casi dos meses encerrados dan para mucho. Con sus altos y sus bajos. Sus momentos de alta intensidad y sus tardes de absoluto aburrimiento. Este confinamiento nos ha servido para que los vips se dejen de postureos, pasen de los filtros y nos muestren la realidad tal cual. Como en el caso de Cristina Pedroche, que si ya era espontánea en la era precoronavirus, en este tiempo ha sabido explotar como ninguna su versión de ‘estar por casa’.
Empecemos por el principio. El 13 de marzo, un día antes de que se decretase el estado de alarma, la presentadora arrancó su confinamiento con una declaración de intenciones (y un pijama de unicornio). “Ahora es tiempo de quedarse en casa, leer, ver series y películas, hacer yoga e intentar estar tranquilos”, advirtió a sus casi tres millones de fans. Ya por entonces, cuando aún no teníamos ni idea de lo que estaba por venir, la de Vallecas nos prometió que intentaría entretenernos. Y vaya si lo hizo.
Pero ser gamberra a todas horas no fue fácil. Como al resto de mortales, en los primeros días sin poder ver la luz del sol le dio por comer. “No me apetece hacer nada más”, confesó en un acto de sinceridad. Y mientras los demás experimentábamos con el horno y la batidora para dejar salir a ese repostero de cuya existencia no teníamos ni idea, ella tenía al suyo en casa.
Con los restaurantes de Dabiz Muñoz cerrados por la nueva normativa impuesta por el gobierno, la cocina de la casa que los Pedroche tienen en Madrid fue la única salvación del chef. Cristina, encantada de ser su conejillo de indias, ha sido la única clienta de su marido en lo que llevamos de cuarentena. “Reconozco que estoy comiendo como en mi vida”, contó hace unas semanas en redes. Eso sí, para contrarrestar tanto plato, el deporte tenía que tener un hueco sí o sí en su rutina diaria.
Y sin pretenderlo, la colaboradora se convirtió en una gurú del yoga. Ya lo era antes, pero no poder salir de casa ha hecho que con sus directos, sus stories y sus sesiones paso a paso muchos de sus seguidores se hayan sumado a esta adicción healthy que ha hecho que su pasillo sea (casi) tan conocido como el salón de Patry Jordán.
Según iban pasando las semanas, el confinamiento iba haciendo mella en la Pedroche. Ya estaba harta de comer, dormir y hacer deporte. Y mientras seguía advirtiéndonos que de esta cuarentena saldría “rodando” por lo bien que le hacía de comer su chico, nos demostró que un sábado también puede ser especial. Aunque no podamos ir a tomar un vino con amigas o a dar un paseo por las callejuelas de Madrid.
Más allá de las frivolidades, que también han sido muy necesarias en este encierro, el coronavirus le ha tocado muy de cerca a Cristina. Dabiz Muñoz estuvo doce días enfermo por el dichoso virus, con días “muy malos” pero con el apoyo de la “mejor cuidadora”. Eso sí, entre las secuelas de este bache de salud estuvieron la pérdida del olfato y el gusto.
Esta pandemia se ha llevado a una de las personas que más han marcado la vida de la presentadora. La muerte de su abuela convirtió este confinamiento en “una pesadilla” de la que necesitaba despertar. No solo por su pérdida, que por supuesto también, sino por no poder darle el último adiós y estar alejada de los suyos en un momento tan duro de digerir.
Ahora, con el chip cambiado y ganas de retomar la famosa "nueva normalidad", parece que Pedroche se ha propuesto buscarse un plan B más allá de la televisión: "Cada vez más interesada en la gastronomía". ¿Veremos pronto a Cristina entre los fogones de DiverXO?