En pleno caos influencer, con una baja en Instagram a la semana por culpa de esa cara B que implica dedicarse a la red social, Isasaweis dice disfrutar de “cómo se ha ido reposando todo”. Porque esta pionera en un oficio que algunos siguen sin saber clasificar ya está pasada de vuelta. A ella ya le habían llamado “mala madre”, le habían “crucificado” por adelgazar y había conocido lo que es que unos cuantos millones de personas no puedan vivir sin ti mucho antes de que los ídolos virtuales de hoy cumpliesen la mayoría de edad. Y lo mejor de todo es que no se las da de nada al reconocerlo.
Quizá sea ese el secreto del éxito por el que llevan doce años preguntándole. Moverse por este universo “sin ninguna pretensión”. Hablar de sí misma, de la Isa madre, de la Isa emprendedora, como “una tía normal y corriente” que ha conseguido ganarse la confianza de esos fans que la siguen desde que en 2009 comenzó a petarlo con sus tutoriales ‘beauty’ en YouTube. De ahí saltó a Twitter. Después a Instagram. Aún se le resiste TikTok. Y ahora ha vuelto a refutar el éxito de su marca con una especie de Biblia con la que copiarle en la cocina. En esto también arrasa.
Su nuevo boom editorial (y ya van más de diez) tiene un título tentador. ‘Come genial y no hagas dieta nunca más’, promete. Una forma de recordarnos por escrito “lo que hemos hecho toda la vida” de parte de alguien que ha probado todas las dietas habidas y por haber y que siempre ha fracasado. Siempre, hasta que siguió los pasos que cuenta en su libro, esos por los que perdió 20 kilos que nunca más recuperó. No hay ni trampa ni cartón, es palabra de Isasaweis. Y eso, después de doce años en esto dándonos consejos, es más que de sobra.
¿En qué anda Isasaweis doce años después de empezar en esto?
Estoy muy feliz de ver cómo ha se ha ido reposando todo. Yo empecé haciendo vídeos de belleza en Internet sin ninguna pretensión. Para mí era un hobby que poco a poco se convirtió en una profesión, pero de aquella no sabías qué alcance iba a tener o si te daría la estabilidad como para dejar tu profesión verdadera. Al final se ha demostrado que sí, que es como cualquier otro trabajo en el que encuentras tu hueco dedicándole tiempo y siendo profesional. Dedicarte a algo que te gusta es una maravilla, y yo lo he conseguido.
En el libro cuentas que a lo largo de tu vida has hecho todas las dietas habidas y por haber. ¿Por qué crees que nos ha costado tanto descubrir que es posible tener una relación sana con la comida?
En la adolescencia haces la que te cuenta tu amiga. Luego, la que está de moda. Ahora estamos en un punto en el que si Instagram te dice que solo puedes tomar boniato y aguacate te lo crees. Y todas estas dietas tienen un concepto que ya aboca al fracaso, y es el hecho de que no puedes mantenerlas para siempre. Nadie puede estar toda la vida comiendo solo proteínas o alimentándose a ciertas horas. Eso te limita en muchos aspectos de tu vida diaria, no puedes hacer vida social, y eso te lleva al fracaso, a mantenerlo durante un tiempo en el que haces un sacrificio y cuando llegas a tu meta lo dejas para volver a tu vida normal. Esto deriva en que vuelvas a coger peso con el consiguiente desánimo y frustración, que digas 'a la mierda las dietas, no sirven para nada', y vuelvas a comer lo que te da la gana.
Estas dietas milagro de las que hablas nos hacen caer en barbaridades con nuestro cuerpo con tal de perder peso. ¿Tú cuándo hiciste clic?
En esta rueda terrible nos hemos visto todos, yo la primera. Y leyendo y estudiando muchas cosas de nutrición pensé en dejarme de tanta historia para aplicar lo que realmente sé. Al final lo que he hecho es volver a comer normal, con la cocina de siempre, adaptando mis conocimientos a la vida real. Y así fue como conseguí este cambio y sobre todo esta tranquilidad.
¿Cuáles dirías que fueron las bases para conseguir ese cambio físico y vital que experimentaste hace ya más de veinte años?
No hay que olvidar que esto siempre conlleva un esfuerzo. Eso sí, sin grandes sacrificios. Nunca vas a pasar hambre, no tienes que prohibirte nada, no te vas a agobiar a la hora de comer porque siempre vas a comer lo que te apetezca. Pero para ello debe estar presente en nuestra alimentación la comida real, las frutas, las verduras, las legumbres o las proteínas. Esa es la base, que si un día te apetece un trozo de tarta porque estás en una celebración te lo puedes comer sin culpas ni necesidad de compensarlo al día siguiente, porque al final es la excepción. Lo bueno es que, cuando tú estás metido en esta rueda de hacerlo bien, el cuerpo no te tiene en cuenta estos excesos porque sabe que vas a volver siempre a la normalidad.
Además, todo esto es fundamental acompañarlo con ejercicio. No solo ayuda a perder peso, a tornear el cuerpo, a generar una masa muscular. Te da alegría, te da una forma diferente de enfocar la vida, cura hasta los dolores. Y esto a mí me ha pasado, es mano de santo, es bueno para todo. Yo descubrí cuando perdí tanto peso que eso que nos decían a las mujeres de que para perder peso había que hacer cardio era mentira. Hacer pesas, fortalecer la musculatura, es lo que más me ha ayudado en este proceso. Y tiempo para hacerlo hay siempre, ¿o es que no tenemos tiempo para comer o para trabajar?
Leyendo el libro se llega a la conclusión de que, al final, los milagros no existen. ¿Tal vez estábamos complicando más las cosas de lo que deberíamos en este tema y la solución es más sencilla?
Esto no es nada raro. Cualquier persona que lea el libro lo va a hacer asintiendo, porque es de sentido común: lo sabemos, pero a veces no queremos escucharlo. Cuando una persona ha cogido mucho peso lo que le apetece es que le digan cómo quitárselo rápido del medio. Y eso no es así. Lo que se afianza y se hace despacio para que el cuerpo lo asimile es lo que funciona. Yo no ofrezco ningún milagro, lo que hago es tratar de dar ese equilibrio a personas que llevan toda la vida dando vueltas para tener una relación cómoda con la comida. Esto no es cuestión de mantener el mismo peso para siempre, es mantener la actitud, la forma de vida, para estar sanos y vivir con tranquilidad, que ya es bastante.
Ahora mismo, por ir un poco a la actualidad, quizá diría que el fenómeno en cuanto a la alimentación está siendo el ayuno intermitente. ¿Qué opinión tienes al respecto? ¿Es algo que recomendarías?
Cogiendo mis opiniones como lo que son, sin ser yo profesional de la salud, lo único que puedo decir del ayuno intermitente es que para mí no es viable, no lo haría jamás porque no es un modo de vida que yo quiera llevar. No quiero no poder desayunar con mis hijos, que me digan de salir a cenar y quedarme en casa. Creo que es algo que se puede llevar de forma puntual, pero que en cuanto quieras recuperar tu vida social es insostenible. Y volvemos a lo mismo: ¿por qué hacer algo que no puedes mantener de por vida? Al menos en mi caso.
Tú en este libro das mil pautas para, sobre todo, llevar una vida saludable, y como consecuencia para perder peso. ¿Da vértigo mojarse en este tipo de cuestiones, prescribir estilo de vida, siendo consciente de lo delicado del tema en cuestión?
Todo el mundo que me sigue sabe que soy una persona sensata, que no invito a nadie a hacer ninguna locura. Pero también saben que, aunque tengo conocimientos en el tema, no soy profesional de la salud y hay cosas que yo no puedo abarcar. En este caso, con todos mis respetos, soy como la amiga de toda la vida que te cuenta cómo lo hizo y que, cuando lo escuchas, si te parece coherente, lo aplicas y haces caso de su experiencia. No creo que pueda haber un profesional que le ponga un 'pero' a lo que digo, lo que hago es sentar unas bases de normalidad para que la gente deje de estar desorientada en este sentido. Yo soy la demostración de que, haciéndolo así, se puede.
Como persona que era influencer antes casi de que se inventase el término, me interesa mucho saber tu opinión sobre el cambio que han experimentado las redes sociales y del que tantos de tus compañeros están hablando ahora. ¿Estamos en una dinámica demasiado tóxica? ¿O antes sucedía exactamente lo mismo pero se hablaba menos?
Los inicios fueron más amables porque éramos menos y hacíamos menos ruido. Ahora somos muchísimos influencers y muchísimos seguidores con una opinión que puede manifestar en este campo abierto que es Internet. Por desgracia, hay cierta gente para la que esta opinión es mala siempre, y nosotros somos el blanco para que puedan decirnos lo que le dé la gana. Esto es una cosa que me resulta complicada de entender, porque se les tiene que quedar un mal cuerpo que 'pa qué' después de estar todo el día con la mala palabra en la boca, no se puede vivir así. Pero es así, hay que aceptarlo y uno no va a dejar de hacer su trabajo por esto.
LTu libro, además de darnos pautas para aprender a comer bien, entronca con la relación con tu físico. Un cambio del que ya hablaste en su día. Hace unas semanas Madame de Rosa compartía un vídeo denunciando el acoso que ha sufrido por mostrar su cuerpo en Instagram. ¿Te ha tocado sufrir situaciones tan desagradables como esta?
Cuando estaba gordita, todo el mundo (bueno, todo el mundo no, las cuatro personas que se dedican a esto) me escribían diciéndome 'qué gorda estás', 'estás horrible'. Ahora que estoy delgada me dicen que 'fomento la extrema delgadez', que 'estoy enferma'. Esto es así. Esta gente te va a criticar hagas lo que hagas. Solo hay que verme y oírme para saber que jamás haría nada al respecto, que no incentivo ningún tipo de trastorno alimenticio, ya esté más delgada o más gorda. Están buscando constantemente cómo ofender, pero no le podemos dar voz a esto. Esto es como cuando te habla un loco por la calle, no se le puede dar valor a mi discurso. La gente joven que me sigue conoce los valores que inculco.
¿Cuál es para ti la opción correcta? ¿Se aprende a trabajar sabiendo que siempre habrá gente, mucha o poco, a la que le parezca mal cada cosa que hagas?
Es cierto que a mí esto me ha pillado con otra edad. Ahora tengo 45 años, pero yo empecé con 32. Hay muchas chavalas que empiezan en esto con 18. Yo tenía unas prioridades y una sensatez que no tienen ellas, y entiendo perfectamente que con esa edad te afecte lo que te dicen. En su día sí que es verdad que, aunque los comentarios sobre mi físico nunca me han importado, me afectó el hecho de que me juzgasen como madre. Cuando se empezaron a meter con eso sí que me hizo daño. Me acuerdo que cuando mi hijo mayor era muy pequeño fui atacada por un grupo de personas que me hicieron sentir muy mal. Pero hubo un día que dije 'hasta aquí', hice clic y decidí no darle importancia a las personas que buscan dañar. Tienen que tener unas vidas horribles.
Al final, si sigues en ellas doce años después es porque el saldo es positivo, ¿no? ¿Cuál dirías que es, en tu opinión, el mayor pro que ofrecen las redes sociales?
Las redes sociales tienen el maravilloso poder de no hacernos sentirnos bichos raros. En el momento en el que alguien visibiliza cualquier cosa, aunque ni siquiera fueses capaz de identificar que eso era un problema para ti, no solo esa persona te descubre que no estás solo, sino que miles de personas se unen para compartir contigo que a ellos les pasa lo mismo que a ti.