A Pepe Rodríguez le llegó la vocación por narices. Nació en la barra de un bar, en ese mesón familiar de Illescas, Toledo, que sus bisabuelos fundaron en los años 30 y que, después de la guerra, decidieron reabrir en los 70. Ya por entonces llevaba escrito en la puerta El Bohío. De sacarse unas pesetas echando una mano los fines de semana, este firme defensor de 'la cocina de toda la vida' al que hoy todos ponemos cara pasó, junto a su hermano Diego, a querer reinventar el plato de cuchara y convertir su restaurante en un templo de la gastronomía manchega. Lo demás es historia.
Poco a poco, echándole horas e ingenio, las estrellas Michelin y el 'no tenemos mesa' hicieron de su negocio un éxito. Tanto, que su labor en los fogones le convirtió en uno de los cocineros más queridos de la pequeña pantalla. Lo que jamás pensó es que 90 años después de que El Bohío abriese por primera vez sus puertas nos estaríamos enfrentando a una pandemia que (casi) echa un siglo de trabajo al traste.
Así lo ha contado él mismo en una entrevista para los compañeros de Lecturas, donde ha confesado que ha llegado a temer -y sigue temiendo- por el futuro de su restaurante. "No las tengo todas conmigo", ha admitido con pesadumbre. "Estamos en ese límite. Yo voy a dar todo lo que pueda para mantenerlo hasta que un día diga: 'Señores, hasta aquí hemos llegado'. Ojalá que no llegue, pero no descarto nada. Hay un momento en que cada uno tiene un límite".
Poder compaginar la televisión con sus obligaciones en El Bohío fue, hace unos años, un caos que le hizo sacrificarse en lo personal. Lo aprendió el día que murió su madre y que, por estar en Madrid grabando el programa por el que todos le conocemos, no pudo llegar al hospital a despedirla. Ahora, en esta situación extrema a la que nos ha llevado el coronavirus, ha asumido que ese volumen de trabajo que le forzó a renunciar a parte de su vida personal se ha convertido en "una tabla de salvación" para Pepe Rodríguez.
"Jordi Cruz lleva desde septiembre cerrado. Yo abrí todo el verano, nos cerraron localmente 15 días en septiembre. He abierto octubre, noviembre y diciembre. Enero, febrero y marzo hemos cerrado porque han cerrado a todos", ha enumerado, haciendo palpable los obstáculos a los que se han tenido que adaptar. Un trance que define como "jorobado" y por el que, "si solo tuviésemos los restaurantes", tanto él como su compañero de Masterchef estarían "sufriendo" en estos momentos.
La crisis hostelera que provocó la crisis sanitaria le obligó a tomar decisiones complicadas. "Despedí, en un primer momento, a gente que había contratado como extras unos pocos días. El resto entramos al ERTE. Ahora estamos todos trabajando, pero hemos estado entrando y saliendo del ERTE para que salieran los números, porque el trabajo ha descendido un 40 o 50%. No puedes tener la misma plantilla", ha reconocido. ¿Logrará salir El Bohío de esta o terminará el coronavirus con uno de los restaurantes que cambió para siempre la gastronomía española, uno de los muchos que ya han tenido que cerrar la persiana en este año de adversidades?
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