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En lo que a belleza se refiere, los meses de verano son los más exigentes. Un momento en el que inevitablemente se mostrarán los resultados del trabajo de todo el año en cuerpo y cara y que hace que muchas se replanteen de nuevo sus rutinas de belleza para dar con las opciones más efectivas. Dar con el bronceado perfecto y lucir una piel luminosa son dos de los objetivos más buscados. Sin embargo, una vez que se ha logrado el objetivo, antes de que nos hayamos dado cuenta, el tono ha desaparecido casi por completo; y aunque haya muchas cremas que prometen prolongar sus efectos, lo que de verdad influye es el conjunto de cuidados de la piel, alimentación así como algún que otro truco de belleza infalible.
Antes de exponerte al sol, es importante preparar la piel adecuadamente, exfoliándola para lograr que así el bronceado se extienda de manera uniforme y dure más tiempo. Es fundamental eliminar las células muertas con un guante de crin, y de cara a prolongarlo más, hay productos solares (como el aftersun y cremas corporales) que la mantienen muy hidratada, contribuyendo a que el color dure más.
La protección solar resulta imprescindible y no hay que olvidar que las células de la piel poseen memoria, así que todo lo que la maltrates hoy, se verá reflejado en el futuro (y viceversa). Asegúrate de cubrir todas las áreas expuestas al sol -sin olvidar tampoco el cuello, manos y pies- y reaplica cada dos horas, especialmente después de bañarte o hacer deporte.
En lugar de buscar un bronceado instantáneo y profundo, opta por un enfoque gradual, sin prisa. Por ejemplo, exponiéndote al sol durante períodos cortos y en las horas de menor intensidad, como por la mañana temprano o al atardecer. La hidratación también resulta clave, así que bebe suficiente agua para mantener tu cuerpo hidratado desde dentro, lo que ayudará a mantener tu piel radiante. Además, aplica una buena crema después de exponerte al sol para restaurar la humedad perdida y mantenerla suave y flexible.
Una dieta equilibrada y rica en nutrientes también puede contribuir a una piel luminosa y con un color más saludable. La melanina es la encargada de dar pigmentación, y para estimular su producción los betacarotenos son la alternativa más efectiva. Se encuentran presentes en muchas frutas y verduras de color anaranjado como el tomate, los pimientos, la naranja o las fresas.
Ya se sabe que somos lo que comemos, así que especialmente durante estos meses no deberías dejar de incluirlas en tu menú; además estimulan la producción de vitaminas E y C, encargadas también de dar elasticidad a la piel y que se vea radiante. Si aplicas un tónico o crema que las contenga de una forma indirecta contribuirás a que se vea más luminosa y sana. Recuerda también que la nutricosmética ofrece también muchos suplementos que te resultarán muy útiles si necesitas un 'empujón' extra.
Otro componente que no debe pasar desapercibido en tu alimentación es la tirosina. Un aminoácido que también favorece la producción de melatonina y que se encuentra presente en alimentos como el aguacate, el salmón, el pollo, la soja o las nueces, alimentos ricos también en vitaminas -como la E- que hidratan la piel, previenen el envejecimiento y la mantienen más jugosa.
El iluminador se convierte en el gran aliado para destacar el bronceado. Aplícalo en el hueso del pómulo, arco de cupido, nariz y debajo de la ceja. De forma instantánea parecerá que tienes más color. Tampoco pueden faltar los polvos de sol en mejillas y sienes, así como sombras claras con acabado irisado en el párpado. Lo mismo ocurre con los labiales, apuesta por los rosa chicle y melocotones para un resultado más llamativo y favorecedor.
Y cómo no, es imprescindible dormir las siete u ocho horas de rigor cada noche. La piel se regenera mientras dormimos, y si reduces tus horas de sueño, tu cuerpo no estará trabajando a pleno rendimiento y el cutis se verá sin luminosidad y cansado.