El mundo de la cosmética, igual que sucede con la moda, también se rige por tendencias y cada vez es más frecuente que compuestos que ‘a priori’ resultan desconocidos se pongan de moda en cuestión de días, ya sea por el eco en las redes sociales o por la recomendación de algún ‘guru’. Lo más curioso es que, en la mayoría de los casos, suele tratarse de productos que de nuevo no tienen nada y que simplemente provienen de otras culturas o su uso -relegado a un segundo plano con el paso de los años- ha vuelto a extenderse.
Uno de ellos es el bálsamo de tigre, el nuevo imprescindible en el neceser para hacer frente a diferentes dolencias y conseguir que la piel se vea más bonita. Lo primero que hay que saber sobre él es que poco tiene que ver con este animal, así que, todas aquellas que pensaban que encontrarían algún componente de cuerpo en su composición, pueden quedarse tranquilas.
Tiene sus orígenes en la medicina tradicional china a finales del siglo XIX. Poco a poco fue extendiéndose por el resto del continente asiático y el resto del mundo hasta el día de hoy. Generalmente se presenta en forma de aceite o pomada y se compone principalmente de ingredientes activos de origen vegetal, como el alcanfor, el mentol o el aceite de clavo que se combinan con una base de vaselina o parafina para conseguir dicha textura. Sin embargo, con el paso de los años, se han desarrollado diferentes versiones y productos relacionados con el bálsamo de tigre que incluyen parches adhesivos, aerosoles y cremas específicas para diferentes necesidades.
El bálsamo de tigre está directamente relacionado con la medicina tradicional y ahora incluso grandes superficies como Mercadona lo tienen a su disposición. Entre sus efectos terapéuticos se le atribuyen el alivio del dolor muscular y articular, así como la mejora de la circulación sanguínea y la congestión nasal.
Los dolores se combaten gracias a los ingredientes activos del bálsamo de tigre, como el alcanfor y el mentol, que proporcionan una sensación de frescor y calor en la piel, que a su vez ayuda a reducir la sensación de dolor en músculos y articulaciones, mejorando también la circulación sanguínea. Además de dichos efectos terapéuticos, el bálsamo de tigre tiene más aplicaciones como combatir las migrañas si se aplica en las sienes, o también para aliviar la quemazón de picaduras de mosquitos y abejas.
En cuanto a los tipos, existen dos variantes principales: el ‘rojo’ y el ‘blanco’. El primero es más fuerte y se emplea para aliviar dolores musculares, mientras que el blanco es más efectivo para las picaduras de insectos y dolores de cabeza leves.
El bálsamo de tigre se aplica de forma tópica mediante un masaje en la zona afectada hasta su completa absorción. Estos movimientos además de promover la sensación de relajación, mejoran sus efectos terapéuticos. De hecho, su uso está bastante extendido entre los atletas y personas que realizan actividades físicas intensas. Se aplica antes del ejercicio para calentar los músculos y reducir el riesgo de lesiones, y después para aliviar el dolor muscular y acelerar la recuperación.
Aunque el bálsamo de tigre es generalmente seguro para la mayoría de las personas cuando se utiliza según las instrucciones, hay que tener en cuenta ciertas precauciones antes de usarlo. La primera vez habría que aplicarlo en una pequeña superficie de la piel para comprobar que no da ninguna reacción alérgica.
Como suele ser habitual, hay que evitar el contacto con los ojos y las mucosas. Al tratarse de un compuesto que puede irritar, tampoco hay que aplicarlo sobre heridas abiertas o quemaduras. De igual modo, si se tiene cualquier duda lo más recomendable es consultar con un profesional antes de nada.