En la búsqueda de la eterna juventud, la industria de la belleza ha visto una evolución constante de tratamientos y técnicas que van más allá del uso de cosméticos, cremas y sérums. Uno de los términos más recientes que día tras día va ganando popularidad es el baby bótox, que aunque relacionado con el método tradicional, presenta ciertas diferencias a tener en cuenta.
Para conocer en profundidad este tratamiento hemos hablado con la Dra. Irene Inglés Mancebo, de la Clínica Capillaris, quien comparte que el baby bótox, al contrario que otros neuromoduladores tradicionales, se diferencia especialmente por la cantidad que se inyecta. “No se utiliza otro fármaco, es exactamente lo mismo, pero dirigido a una persona que no tiene tantas arrugas. Es un tratamiento preventivo, más que para eliminar las arrugas en sí, de ahí que esté dirigido a personas más jóvenes de entre 25 a 35 años aproximadamente, que es cuando empiezan a aparecer las primeras líneas de expresión, que todavía no están muy marcadas ni son tan profundas, sino que son más superficiales”.
Cuenta que, básicamente “se utiliza para evitar que estas arrugas se profundicen y queden fijas -lo que nosotros llamamos ‘estáticas’- cuando ya son definitivas. Las personas de este rango de edad tienen unas arrugas más dinámicas, pero conforme van pasando los años se van fijando y haciéndose más profundas. Por eso, la cantidad de bótox empleada en una persona joven que se somete a este baby bótox es mucho menor que en la de una de 50 (que en este caso se le aplica en más puntos), ofreciendo además una mayor movilidad de los músculos”.
Añade que también se suele diluir más el neuromodulador para que una misma inyección haya menos fármaco y poder abarcar toda la zona por ejemplo de frente, entrecejo y patas de gallo; pero de una manera más sutil, con menos cantidad por pinchazo.
En cuanto a las recomendaciones antes de someterse al tratamiento, la doctora explica que se trata de un proceso muy sencillo que se puede hacer en cualquier momento, excepto si se está embarazada o en periodo de lactancia. Una vez que se realiza el pinchazo se aconseja no tumbarse, para evitar que el fármaco se difunda por un área más extensa, “por lo que lo mejor es llevarlo a cabo por la mañana o a primera hora de la tarde”, puntualiza.
“Como son pinchazos yo aconsejo no maquillarse el día del tratamiento ya que al final, por muy pequeño que haya sido, hay una mínima heridita que en el caso de las pieles más sensibles se podría infectar”, cuenta. En lo que concierne a la duración, Irene explica que suele ser de unos cuatro a seis meses, pero hace hincapié en que en el caso del baby botox, con una vez al año se nota bastante. “Los efectos se empiezan a notar al tercer o cuarto día y alcanzan su punto más álgido a las dos semanas”, concluye.
En otras palabras, ambos tratamientos ofrecen soluciones efectivas para combatir las arrugas y líneas de expresión, pero la elección entre uno u otro dependerá de los objetivos estéticos de cada persona y su edad.